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Hermanas Jiménez, la panadería más antigua de Oaxaca celebra 65 años de historia

Foto(s): Cortesía
Redacción

Durante más de 65 años Teresa Jiménez ha mantenido con vida el legado familiar que inició en 1953 su abuelo Antonio Jiménez Bautista, la panadería comenzó a operar con pequeñas ventas en la Primera Calle de Flores Magón y se convirtió en el primer negocio del ramo en ingresar al mercado 20 de noviembre.


Herencia de sus padres Simón Jiménez Rodríguez y Catalina Vázquez Chingoya, Teresa Jiménez junto a su hermana forman parte de la cuarta generación dedicada a la elaboración y venta de pan en el mismo mercado. Por décadas la familia ha puesto en alto el nombre de Oaxaca a través de la gastronomía mediante la elaboración de pan; uno de los productos más buscados por el turista “se lo llevan a Canadá, a Florida: a diferentes lugares. Tenemos gente que nos lo compra y lo exporta” destacó.



 


El pan de yema o artesanal, el cual es ya representativo de un buen desayuno en Oaxaca, es la especialidad de casa, seguido por el amarillo y las hojaldras; destacó en recientes fechas la famosa rosca de Reyes. Antes de establecerse en su espacio al interior del mercado, Teresa Jiménez reordó la práctica del comercio ancestral: “había el trueque con los paisanos, tú me das esto y yo doy el pan, toda esa época se ha vivido,” relató.


La herencia dejó en la familia una gran responsabilidad, elaborar un producto que puede disfrutarse en diferentes rincones del mundo “conscientemente representamos un estado con el producto que llevamos, porque el pan artesanal ya es un legado que tenemos en oaxaca a nivel nacional e internacional.”



 


Por más de 65 años, reveló la microempresaria, el éxito se centró en la receta secreta familiar: productos de primera calidad, y sin reducir porciones, han conseguido mantener vigente el local a través de los años. Además, para garantizar el sabor y calidad del producto, insistió en que se debe probar la masa que dará forma al pan: “que si le falta azúcar; que si le falta mantequilla o si le falta el huevo”.


Los más de 65 de antigüedad también están reflejados en sus trabajadores, junto a Teresa se ha formado la tercera generación de panaderos: “empezó el papá, ya falleció el papá y sigue el hijo y así, la verdad que es una satisfacción bonita tener gente trabajando de muchos años con nosotros,” compartió.



 


Las crisis económicas y los movimientos sociales se transformaron en obstáculos que, sin embargo, la elaboración y venta del pan han ido venciendo: “hay veces que el pan artesanal baja y el pan de dulce sube un poquito la venta, y ese es el balance que llevamos a nivel negocio,” precisó. Las seis décadas de experiencia no han permitido en este negocio hablar de despidos y menos de aminorar la calidad de los insumos.


A pocas semanas de iniciar el  2018 la quinta generación está en marcha: los hijos de Teresa, así como sus sobrinos, están ya tomando las riendas de este negocio: “es un legado muy bonito; la verdad es muy bueno estar preparado, influye mucho, pero no es como tener algo, un negocio. Al menos aquí en el estado de Oaxaca que no tenemos en donde, hay muchos que terminaron carrera y ni dónde,” declaró.



 


Dentro de un mercado que alberga decenas de puestos ofreciendo pan, el de Teresa aún sobrevive ofertando el pan de yema desde 3 pesos con 50 centavos, y un pan dulce cuyo precio ronda los dos pesos la pieza.


 


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