Por Erika P. Bucio
CIUDAD DE MÉXICO.- "La pintura y la música nos parecen un adorno, casi en la educación del bello sexo; es muy interesante ver a una joven delante de su lienzo pidiendo a su inspiración una de esas fantasías que sólo nacen en el cerebro de una mujer", publicó el Monitor Republicano en febrero de 1880.
Las mujeres de buena familia eran educadas para ser buenas esposas y madres, aunque tomaban clases particulares en sus casas, de pintura y dibujo, a fin de mejorar sus bordados y ocuparse de géneros considerados menores que, se pensaba, no requerían de gran talento.
Sólo hasta el último tercio del siglo 19 pudieron salir a crear paisajes, pero ninguna, a pesar de su talento, podía vender sus obras, algo que pondría en duda su posición social, y muchas de ellas abandonaron los pinceles al casarse. Romper con esa imagen de las señoritas pintoras que antes imperó y mostrarlas como creadoras independientes es lo que se propone la exposición Pintar en femenino: Mujeres en el sistema artístico mexicano, 1846-1940, Homenaje a Leonor Cortina, en el Museo Nacional de San Carlos.
"No se les deja de considerar las señoritas talentosas sino hasta los años 30 del siglo 20, todavía en esta idea, que da un poco pie al título de la exposición, por la cual si pintas bien es que no pintas como mujer", señala Mireida Velázquez, directora del museo.
Con una perspectiva feminista, la muestra pretende visibilizar a las artistas del periodo al reunir alrededor de 150 obras, entre óleos, dibujos, fotografías y objetos, de 49 pintoras, como Ángela Icaza, las hermanas Josefa y Juliana Sanromán, Pilar de la Hidalga García, Guadalupe Velasco, María Rebull, Dolores Soto, Carmela Duarte, Otilia Rodríguez y Mercedes Zamora.
"La historia nos dice que tuvieron que trabajar a contracorriente, y eso es lo que queremos que quede muy evidente", recalca Velázquez.
Presenta, por ejemplo, Retrato de enajenada, de Icaza, que por muchos años se creyó que era de Juan Cordero hasta que una reciente restauración permitió identificar la autoría. Rodríguez y Zamora fueron de las primeras en ser admitidas como alumnas regulares en la Academia de San Carlos, donde las mujeres estuvieron vetadas desde la fundación de la academia hasta su reorganización en 1843, cuando se les permitió a algunas tomar clases de dibujo.
No fue sino hasta 1888 cuando las mujeres pudieron inscribirse como alumnas regulares, aunque tenían prohibida la clase de dibujo al natural. Por eso muchas de ellas se orientaron al paisaje, donde destacaron.
"Las hermanas Sanromán se van a empezar a hacer presentes a partir de la reorganización de la Academia de San Carlos, de la llegada de artistas como Pelegrín Clavé, quien será uno de los artistas que van a dar clases a las 'señoritas de la alta sociedad'.
"Se cree que en 1849 muchas de ellas ya participaron en la primera exposición de la Academia, pero, como no hay catálogos, no tenemos certeza sino sólo conjeturas", dice Zyanya Ortega, del equipo curatorial del museo, a cargo de la investigación y la gestión para localizar las piezas junto con Bárbara del Castillo.
Aunque en el catálogo de la segunda exposición, en 1850, ya figuran varios nombres. "Son estos catálogos los que abren las puertas para que (la historiadora del arte) Leonor Cortina se dé cuenta de que hay mujeres que pintan en el siglo 19 y empiece a rastrearlas a través de sus descendientes", añade Ortega.
Cortina, a quien se rinde homenaje con la muestra, es una pionera en el estudio de las artistas del 19, muchas de ellas ignoradas por la historia del arte mexicano. A partir de su investigación y rastreo de obra es que San Carlos, museo que dirigió, acogió en 1985 la exposición "Pintoras mexicanas del siglo 19”, la primera dedicada a las artistas decimonónicas.
