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A un año de su muerte, familiares recuerdan a entrenador Guillermo Audelo

Foto(s): Cortesía
Redacción

Junto a su altar de muertos, con luces y ofrendas, doña Elidet Cordero Posadas, consumida por el dolor profundo que anida en su corazón, y que se traduce en lagrimas incontenibles que ruedan por sus mejillas, extraña la ausencia física de Guillermo Audelo Cordero , su hijo, pero asegura que está presente en espíritu.


A un año de la desaparición del entrenador de equipos infantiles de básquetbol –privado de la vida a plena luz del día, frente a decenas de niños, incluida la hija del homicida, Angélico Reyes Altamirano– la señora Cordero hace una pausa, y en alusión al prófugo de la justicia, expone con palabras entrecortadas:


"El homicida podrá evadir la ley del hombre, pero no la justicia de Dios que, a veces a tarda, pero siempre llega. incluso pienso que ya está pagando parte del daño, al vivir huyendo, y lo peor, el tormento en su memoria de haber consumado un crimen a los ojos de su niña"


A Guadalupe Ortiz Gómez, quien fuera esposa de Guillermo, le lastima recordar aquella mañana del sábado siete de noviembre del año pasado, cuando su esposo beso por última vez a sus hijas –Xadani, de cinco años, y Kelly, de seis– como lo solía hacer siempre.


"Se fue sonriendo y jamás imaginamos recibir más tarde la fatal noticia de su muerte", agrega la señora Cordero Posadas, quien no desea volver a ver fotografías de la escena del crimen.


La foto del entrenador deportivo ocupa la parte central del altar que su familia realiza año con año en honor a sus difuntos. En otra mesa, las medallas y trofeos de quien, de no seguir con vida, ya habría concluido su maestría en Educación Física por la Universidad de Baja California.


Sonriendo y luciendo una playera azul claro, el licenciado en Administración por la Universidad Mesoamericana. A su lado, la foto de sus abuelos Guillermo Audelo Ibáñez y Estéfana Martínez Láscares.


Recuerdan a su hijo, piden justicia


La breve entrevista se desarrolla en su domicilio de los deudos, en Los Audelos, agencia municipal de San Pedro Ixtlahuaca. Don Guilermo Audelo Ibáñez, su padre, consternado todavía por la pérdida de su hijo, recuerda: "Mi hijo estaba feliz, todos los niños que entrenaban con él lo adoraban y por ello, lloraron su muerte".


De su hijo tienen muchos recuerdos, pero hay uno en especia:. "Mi hijo estaba  en Guanajuato, en la Copa Telmex, y desde ese lugar me habló para decirme: 'papá estoy en donde dicen que la vida no vale nada'. Yo le conteste emocionado: " Sí, hijo,  pero tú vas de la tierra donde Dios nunca Muere".


Desde su casa, en los Audelo, los padres de Memo, el entrenador de equipos  infantiles de básquetbol, inician cada amanecer con una sola exigencia: ¡Justicia!

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