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Pasan la vida entre empleos temporales para matar el hambre

Foto(s): Cortesía
Redacción

Desde un puesto de comida, en la verbena que se encuentra frente a la iglesia de San Agustín en la capital del estado, tres mujeres encomiendan sus ingresos a esta temporada vacacional, la última que tienen antes de verse una vez más sin empleo.


Las amas de casa, trabajadoras temporales de un negocio de comida, se esfuerzan para aprovechar el tiempo. Desde temprano llegan al puesto para preparar los alimentos que venderán durante su jornada de casi 12 horas.


Al frente del negocio –la propietaria– está doña Cecilia Hernández, quien reconoce que este trabajo dejó de ser un gran receptor de dinero, pero que todavía alcanza para “salvar el hambre”.


“Esperamos buena afluencia para la temporada, porque es nuestra única fuente de trabajo”, coinciden las mujeres, quienes después del 6 de enero –cuando acaba la verbena– se quedarán desempleadas.


Ellas explican que de enero a junio la situación se les complica, pues deben andar de trabajo en trabajo. Unas limpiando casas, y lavando ropa ajena, y otras vendiendo artículos de belleza y zapatos por catálogo o vendiendo pollo.


Para Anabel, Teresa y Maribel no existe trabajo fijo hasta el segundo semestre del año, cuando comienza la temporada de verbenas. Esta situación la viven desde hace cinco años.


Durante los primeros seis meses del año doña Cecilia se limita a vender antojitos tradicionales cada noche afuera de su casa.


“Hace 30 años las cosas eran muy diferentes; ahora sacamos lo justo para poder comer ahí más o menos”, agregó.


Pa' salvar el hambre...


Empleadas temporales ganan entre 200 y 250 pesos en jornadas buenas


Entre 2 mil y 3 mil pesos, ganancia de una “buena noche”
 


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