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La otra Navidad: el caso de Alejandro

Foto(s): Cortesía
Redacción

Mientras miles de oaxaqueños hacen "compras de pánico" para la cena de Navidad, Alejandro Ramirez, discapacitado visual, viudo y con diabetes mal tratada, no cenará hoy en la pocilga que usa como vivienda, por las siguientes razones:
No tiene dinero, y si lo tuviera, no hay quien cocine. Además, en el pequeño espacio que duerme no caben ni una mesa ni una estufa.


Luego de exponer que "soy cristiano y no reniego de mi suerte", Alejandro Ramirez extraña la compañía de su esposa María Elena Cruz Gonzalez, víctima de cáncer, y anuncia que acudirá este sábado a un templo de la iglesia cristiana Monte Sinaí para orar y cenar. 


"Los hermanos hacen bastante comida en la noche del 24. Ahí cenaré y no estaré sólo", dice Alejandro, indígena mixteco que se gana la vida cantando y tocando su vieja guitarra, su fiel e inseparable compañera.


La música, su consuelo


Con 65 años de edad, con pérdida total de la visión desde hace cuatro décadas y con diabetes mal tratada desde el año 2005, Alejandro no supera todavía la muerte de su esposa. Cantando oculta las penas y los sinsabores de la viudez y la enfermedad, que sólo olvida durmiendo.


"Cada 24 de diciembre acudo a un templo cristiano para orar y calmar el hambre con la cena que me obsequian mis hermanos. Así no la paso tan sólo en una fecha tan importante".


Su pequeño y melancólico espacio


Alejandro vive hacinado en una pequeña choza de techo y paredes a base de tiras de madera y láminas visiblemente carcomidas por el óxido, en una pequeña fracción de terreno marcada con el número 419 de la calle Oaxaca de la colonia José López Portillo, esquina con la avenida Ferrocarril.


Recuerda que hace más de cuarenta años, con el apoyo de su esposa María Elena, con quien procreó tres hijos, sin los achaques que hoy lo acosan, compró ese terreno por el que este año tendrá que pagar seiscientos pesos de Impuesto Predial.


El mixteco, quien se ufana de dominar un repertorio de más de 500 canciones, asegura ver con los ojos del alma, explica que abandona su casa a las nueve de la mañana.


"Regularmente me voy caminando, y en el mercado de la colonia Víctor Bravo Ahuja me detengo para cantar una o dos canciones. La gente me socorre con unas monedas y algunas veces me obsequian el desayuno".


Alejandro Ramírez nació el 29 de noviembre de 1946 en San Sebastián Río Dulce, Zimatlán de Álvarez, pueblito que tuvo que abandonar, porque no hay empleo en ese lugar.

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