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Réquiem por Garro

Elena-Delfina-Garro-Navarro
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rodrigo Velásquez Torres

Este 22 de agosto se conmemoró un aniversario luctuoso más de una de las mejores plumas literarias del México contemporáneo: Elena Delfina Garro Navarro, quien desarrollara su carrera dentro de las letras mexicanas y latinoamericanas como dramaturga, novelista, cuentista, periodista, poetisa, y por la calidad de su trabajo merece un lugar destacado y primordial dentro de las letras nacionales.

Elena Garro es, junto con Rosario Castellanos y Pita Amor, la triada de escritoras de mayor influencia en el México del siglo pasado y quizá solo Sor Juana Inés de la Cruz se encuentre por delante de ellas en la historia de las letras mexicanas, aunque esta última era Novohispana.

Elena Garro nació y murió en el siglo 20 (1916 – 1998), siendo testigo infantil del estallido revolucionario, cuyos recuerdos tendrían influencia decisiva en el desarrollo de su trabajo literario, además de haber visto y vivido en primera persona el proceso de transformación del país, pasando del México rural al moderno, aquella realidad en blanco y negro que el cine de oro de encargó de salvaguardar, cuando la gente comenzó a bajarse del caballo para subirse al automóvil, abandonaron las haciendas para establecerse en las ciudades; aquellos tiempos en los cuales las mujeres tendrían la posibilidad de llegar a la educación superior y que magníficamente representaron; aunque también, tristemente, recibieron el desprecio del machismo de la época.

Las novelas y cuentos de Elena poseen la magia del recuerdo; poseedora de una prosa suave y contundente, sus textos nos transportan a episodios ficticios de la historia nacional en donde sucede lo increíble, esto es, la realidad en la que se desarrollan algunos de los textos, se ve deformada por sucesos mágicos entre realidad y ficción que ocurren con naturalidad, marcando el destino de sus personajes. Su trabajo ha sido evaluado como un antecedente directo al realismo mágico que explotaría con Gabriel García Márquez unos años después, aunque ella rechazaba esa identificación al considerarla mercantilista.

Como toda persona brillante, Elena se enamoró de un pelmazo pero genio de las letras, quien con el tiempo se convertirá en Premio Nobel de Literatura. Esta fue una relación tormentosa y frustrante para Elena, pues el machismo y quizá la envidia por la calidad de sus trabajos, hicieron que su esposo le prohibiera seguir con su expresión literaria y cesar su activismo político, pues Garro era fuerte defensora de los derechos agrarios en favor de los estudiantes e indígenas desplazados o asesinados para darles sus tierras a los grandes terratenientes, manifestando su descontento a los intelectuales de época al cerrar los ojos y no denunciar la terrible situación por la que atravesaban los despojados de sus tierras. Esto último fue el motivo por el que recibió el veto del gremio, teniendo que autoexiliarse en Estados Unidos y Francia, debido a las grandes incomodidades que causaba al sistema político de aquella época.

Afortunadamente, el trabajo de Elena Garro ha comenzado a revisarse con otros ojos, a la luz del siglo que comienza, muertos ya todos aquellos monstruos literarios que rechazaban los acercamientos críticos y las publicaciones de estudio a la obra de Garro. Las nuevas generaciones de lectores y escritores se han acercado a sus textos de manera más libre y sin miedo a ser lapidados por la mirada del ogro filantrópico que tanto daño hizo. Lamentablemente, la obra de Garro se encuentra en problemas judiciales que mientras continúen sin resolver se verá imposibilitada de nuevas reediciones, así que si tienen algún libro de ella, disfrútenlo mucho.

Contacto y réplica:

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