Pasar al contenido principal
x

LECTURAS PARA LA VIDA: Una carta para Amparo

amparo_davila
Foto(s): Cortesía
Redacción

Mónica Ortiz Sampablo

Querida Amparo:

Quiero primeramente hablar de mi encuentro contigo, que bien lo tengo presente, fue cuando estudiaba en la Escuela Normal; una de mis maestras entrañables nos llevó a clase unos textos, diversos cuentos que desperdigó sobre el escritorio; “tomen el que gusten”, dijo; y yo, atraída por el título, elegí "El Huésped". Por esos tiempos, uno pensaba que aquellos que escribían eran dioses del Olimpo, lejanos o muertos. Pero para entonces tú estabas bien viva.

Yo no lo sabía, pero eso no importaba tanto; los cuentos que la maestra trajo eran fotocopias, no tenía una imagen tuya, para mí tú eras ese cuento que leía y releía, al que le buscaba pormenores que pudieran darme pistas para comprenderlo mejor. Ahora tengo tu rostro, tus ojos perfectamente delineados, tu lucidez a los 90 años (que puedo apreciarla en una entrevista de la web), tu menuda figura, tu temblorosa y delicada voz; los años te alcanzaron en las manos; ahora disfruto la oportunidad de conocerte por la voz de otros que conocen tu obra, que escriben porque te conocieron.

Ahora puedo admirarte más, Amparito, Amparo, Amparísima; desafiaste a la vida muchas veces, venciste el frío que dejaron las ausencias de tu infancia; venciste el dolor de verte sola cuando tu hermanito, tu compañerito de juegos, tu Luisito, murió. Con toda tu fragilidad física venciste a la soledad, al ver a tu madre entregarse a la depresión, a tu padre siempre ausente. Acogida por los gatos, a quienes tuviste como tus más fieles amigos, a quienes llevaste contigo por siempre. Las letras salieron de los libros para darte consuelo, se volvieron una compañía que te llevó a conocer otros mundos, fantasías y realidades que más tarde convertiste en cuentos. Quiero decirte que leerte es nombrar esas oscuridades que también me han emboscado, la locura, el misterio, la muerte, el amor y sus inconsistencias; es perderme y encontrarme en las penumbras, es salir y regresar.  Cuando leí más sobre ti, te pensaba como una mujer gruesa, de voz fuerte, llena de dolor, en un luto infinito; cierto, gustabas del negro para vestir, pero destilabas luz pura.

Dejo hasta aquí esta misiva, con un abrazo cómplice y la promesa de seguir encontrándote, para pasearme de tu mano entre la penumbra de algunos relatos.

[email protected]

Noticias ¡Cerca de ti!

Conoce los servicios publicitarios que impulsarán tu marca a otro nivel.