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Lecturas para la Vida: Las vírgenes suicidas

mujeres
Foto(s): Cortesía
Redacción

Por Zeltzin Alfonso

Hemos visto este paisaje muchas otras veces. Los suburbios norteamericanos, mediados de los años setenta, una casa. Parece un lugar común en el cine realizado desde finales del siglo pasado, apelar a la nostalgia para contar una historia. En este caso, la historia sería nostálgica sin importar si ocurriera en la época victoriana o en un futuro (aún más) distópico. Las cinco hijas de la familia Lisbon, todas ellas hermosas y adolescentes, se suicidan. Su única huella en el mundo parece ser el recuerdo que dejan en sus enamorados, igual de jóvenes; recuerdo que muchos años después sigue presente en sus almas, junto al misterio que alberga la muerte de las hermanas.

"Las vírgenes suicidas" no pretende revelar explícitamente las razones de lo ocurrido; no es un thriller policial ni una comedia romántica. Casi al principio de la película puede hallarse una pista de lo que ésta representa, en una única línea que la menor de las Lisbon le dirige a su terapeuta: -está muy claro, doctor, que usted nunca ha sido una niña de 13 años-. Es ella, Cecilia, quien abre la puerta a la tragedia, o lo que desde el punto de vista del espectador no puede ser más que eso. Esta minimización e incomprensión ante el dolor del otro, del diferente, es precisamente la razón por la que la cinta castiga al espectador con la falta de respuestas, esperando que éste las busque en sí mismo por medio de la empatía que probablemente no ejerce en su cotidiano.

En su segundo trabajo como directora, Sofía Coppola aborda, a través de metáforas, lo que significa ser mujer en un ambiente permeado de prejuicios y restricciones, en que el ejercicio de los deseos conduce al estigma social. A partir de la película pueden obtenerse distintas conclusiones: que las hermanas decidieron suicidarse al descubrir que las revistas de viaje y las ensoñaciones no podrían satisfacer nunca sus deseos de libertad; prefirieron la muerte antes de ser salvadas por hombres que las someterían a otro tipo de encierro. Pero nadie más que ellas podría saberlo. Uno como espectador no puede hacer más que suponer, porque no es virgen ni es suicida, y ciertamente no es o no ha sido una niña de 13 años.

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