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LECTURAS PARA LA VIDA: El corazón de tu obra sigue latiendo

carta
Foto(s): Cortesía
Redacción

Mónica Ortiz Sampablo

 

Querido Antoine:

Hace unos días leí una publicación en la que se decía “Ya chole con el Principito”; pensé que era un mensaje directo hacia mí, debido a que un par de meses atrás retomé la lectura de tu obra cumbre para montar algunas escenas con mis alumnos. Cuando planeaba el proyecto, me encontré en una disyuntiva: desarrollarlo con tu Principito o con leyendas tradicionales, quizá con textos más modernos que hablaran sobre bullying, maltrato animal, calentamiento global o cutting; ¡hay tantos temas! Al final decidí tu obra.

Y es que puedo decir que la conozco bien y no deja de ser, al menos para mí, un venero de elementos sorprendentes, la puerta a las preguntas emanadas de la sensibilidad. Alguien más expresó que tu obra era moralina; como si al escribirla, tú estuvieses pensando en una fábula; creo que no era tu intención dar ese tipo de enseñanzas. Sé que tu oficio de escritor iba más allá de dar lecciones morales. Lo que noté en tu obra fueron instantáneas, capturas de momentos que me atrevo a pensar viviste en diferentes épocas, y que prevalece la nostalgia por la niñez, aquella que te hizo desear vivir más en el cielo que en la tierra, que con sus más y con sus menos también fue para ti regocijo y placer.

Desde luego que entonces y ahora existe un universo de libros, un sinfín de mujeres y hombres que dedican su vida entera a la escritura, en todos los géneros, en extensiones mil, pero por algo tu libro sigue latiendo en ese amasijo literario. Mejores y más interesantes los hay sin duda; lo cierto es que algo tienen tu piloto, tu borrego, tu rosa, tu zorro, tu pequeño príncipe, que siguen vigentes. Te asombrarías si pudieras ver la cantidad de creaciones que han surgido de tus personajes: películas, dibujos, historietas, obras de teatro, juguetes.

Quiero decirte que cuando leí por primera vez "El Principito", no me detuve en la dedicatoria; fue la relectura lo que me llevó a tal hallazgo. ¿Quién le dedica un libro a su mejor amigo “cuando era niño? Solamente con esta dedicatoria la obra se abre a los corazones, y pone a disposición un contenido que es bueno colocar no en el librero, sino en ese lugar especial al que todos tenemos derecho.

Sé que tus restos nunca fueron encontrados, pero tengo la certeza de que tu esencia es visible para muchos ojos.

Con cariño, Mónica.

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