Por Rosa María González Ruiz
Debemos ser mejores después de vivir esta etapa, pues estamos a tiempo de contribuir, aunque sea con un granito de arena, a que nuestro mundo pueda seguir existiendo.
El perro, con sus grandes ojos de profunda mirada, dijo:
─Definitivamente hay motivos para seguir viviendo; en mi interior hay un gran agradecimiento hacia ustedes los humanos; les entrego lo que soy, mi vida entera a su servicio a cambio de alimento, casa y compañía; vivo enamorado de la humanidad y voy en busca de la amistad; soy bravo cuando defiendo, muy sensible cuando presiento el peligro, mi oído y todos mis sentidos están alerta; especialmente cuando descansan mis amos, por lo que en este tiempo soy casi indispensable. La ha aumentado violencia y los daños entre los hombres también. Esto es muy grave, pues se equivocan quienes toman el camino del mal; robar, herir, maltratar, pelear, violentar, mentir al otro que es su hermano, es lo más inicuo y vano. ¡Eso sí que es perder la vida!, ustedes, los niños y las niñas especiales, nos enseñan todo lo contrario: el camino del bien, la búsqueda de la solidaridad en todas las oportunidades de servir, la paz interior que nace de siempre hacer todo por amor y con amor; ojalá todo el mundo fuera como ustedes.
Por fin, Romi ha encontrado los motivos para seguir, se ha emocionado tanto con lo que le dijeron sus amigos, que muy contenta se puso a cantar:
Siento una gran alegría porque tengo que renacer
al ritmo de la amistad, en medio de la tempestad
de la pandemia que es sólo una prueba más,
que la humanidad entera tiene que padecer;
pero yo quiero sonreír y seguir
siempre tomada de tu mano a cualquier lugar, amigo,
y a todos los lugares porque con tu gran amor
no tengo duda, donde estés tú estaré bien yo.
Gracias por todo y por estar aquí.
