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LECTURAS PARA LA VIDA; Cartas de Sylvia Plath: reflejos de una historia atormentada

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Mónica Ortiz Sampablo

 

Última de tres partes

 

Luego de su muerte, hubo personas que buscaron sus libros con el afán de encontrar huellas de su suicidio, dejando de lado la importancia de la mujer poeta, de la escritora deslumbrante, quien un año antes había publicado su novela "La campana de cristal", bajo el pseudónimo de Victoria Lucas.

Sylvia no debe ser reducida a la etiqueta de poeta maldita, aunque muchos la han encasillado; es importante leerla, encontrar en su escritura lo que nos identifica, lo cotidiano que se apodera de nuestras emociones, aquello que nos hace ver cuan frágiles somos. 

Es importante leer su biografía, incluso sus diarios o sus cartas, pero no restar importancia a las conexiones íntimas que como lectores establecemos con la obra de la poeta cuyo lenguaje genuino cala hasta lo más recóndito.

En los libros de la editorial Tres hermanas, Peter K. Steinberg y Karen V. Kukil recopilaron alrededor de 1,390 cartas que Sylvia dirigió a más de 140 destinatarios distintos en el transcurso de su vida; Anise Salaberri merece ser mencionada en esta obra, ya que fue quien tradujo al español las cartas: “Había momentos en que prácticamente sentía que me estaba escribiendo esas cartas a mí”, comentó Anise, luego de esta fina labor.

Antes he mencionado la devota escritura de cartas hacia su madre, la mayoría fueron para ella, sin embargo, se fueron sumando otros destinatarios, amigas, incluso fans, uno de ellos Eddie Cohen, con quien mantuvo correspondencia bastante cercana dada la siguiente misiva con fecha del 28 de diciembre de 1953:

“Como estúpida de mí había tomado demasiadas pastillas, las vomité y recuperé la consciencia en aquel infierno lúgubre en el que no dejé de golpearme la cabeza repetidamente contra las irregulares piedras del sótano, en un intento inútil de sentarme y pedir ayuda de modo instintivo.

“Mi hermano llamó a una ambulancia y los siguientes días fueron una pesadilla de luces luminosas, voces extrañas, y odio hacia todas las personas que no me dejaban morir, sino que más bien insistían en arrastrarme de nuevo al infierno de una existencia sórdida e insignificante”.

Cabe aclarar que la vida de Sylvia tuvo momentos llenos de luz, de creación, de exaltación a la vida; de ambos elíxires siempre abrevó para crear. Leerla, ya sea en sus diarios, cartas, poemas o novelas, nos abre el camino a repensar nuestros laberintos. 

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