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LECTURAS PARA LA VIDA: Cartas a Chepita y la desfachatez de lo romántico

segunda-portada
Foto(s): Cortesía
Redacción

Mónica Ortiz Sampablo

 

Primera de tres partes

 

Jaime Sabines fue llamado "el francotirador de la literatura"; la hondura de sus letras sin duda invita a visitar los lugares donde sus palabras fueron forjadas; uno de esos lugares es su relación con Josefa Rodríguez Zebadúa, su esposa.

Sabines, poeta sin duda declamado por un sinnúmero de enamorados que recurren al genio de la pluma cuando se ofrece la conquista. Intenso en sus letras, amoroso a más no poder, tenía tanta pasión que dos vidas habrían sido pocas para desplegar más poemas. Sus cartas son el ejemplo más claro del hombre que busca conquistar un corazón encima de la conquista hecha. Tuyo, mía, eran palabras que pululaban en sus cartas, un hambre de pertenencia y de posesión.

La destinataria: Chepita, la mujer con quien compartió toda una vida, ya que ambas familias mantenían una relación muy cercana y ellos se conocieron desde los más tiernos años, pasaron de caerse mal a ser noviecillos, para más tarde ya en la universidad, cuando él estudiaba Medicina y ella Odontología, establecer una relación amorosa que se vería fortalecida por la constante correspondencia.

Las cartas que Jaime escribió a Chepita fueron publicadas con la autorización de ella, debido a que estaba convencida de que constituían un valioso material sobre el que se forjó el gran poeta que conocemos y me atrevo a decirlo porque en más de una de sus cartas se asoma una metáfora, una frase, que después, sin duda, se convertiría en el germen de un poema.

“Y hacía cuatro horas que estaba solo, en la cama. Empezó a llover. Caía el agua como si fuera el primer aguacero sobre la tierra. Yo padecía de gota en la columna vertebral. Cambiaba de posición cada quince minutos. Boca abajo -como ella-, boca arriba, en decúbito lateral -derecho, izquierdo-, y me dolía mucho el costo transversal derecho y el dorsal mayor. La arteria coronaria te aprisionó. Millones de palabras, como eunucos. Saltaban, gesticulaban, gritaban. Chepita. ¿Cuál? Un nombre. Chepita ¿cuál? Una mujer”.

Continuará el próximo miércoles…

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