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El lector furtivo: Tolstói, el asceta que fue demasiado lejos

tolstoi
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rafael Alfonso

 

A principios del siglo 20, León Tolstói, nacido en 1828, era toda una celebridad; sin duda, el autor vivo más conocido del orbe. No solo su extraordinaria obra estaba presente en los cinco continentes, sino también su imagen, gracias a la fotografía y el cinematógrafo; incluso se llegó a recuperar su voz en una de las primeras grabaciones en un artefacto recién inventado por Thomas Alva Edison. No era para menos, teniendo entre su vasta obra, dos títulos de importancia capital para la historia de la literatura.

Sin embargo, la celebridad, que rondaba los 80 años, guardaba dentro de sí la intención de mejorar al mundo, siendo esta la razón principal de su renuncia a la fama y a la vida familiar en pos de una vida ascética y santa, aunque de dudosa efectividad. Desde su juventud como estudiante universitario, el joven aristócrata fue asediado violentamente por los placeres de la carne; sin embargo, al final de sus días abominaría de todos ellos, no por falta de gusto, sino por el dominio que estos ejercieron sobre él durante la mayor parte de su vida.

Durante la Guerra de Crimea, desatada por las intenciones expansionistas del imperio ruso, Tolstói, de 26 años, participó en el sitio de Sebastopol, un salvaje asedio que duró casi un año y que significó más de 200 mil bajas entre todos los estados involucrados. Ahí, fue testigo de cómo los nobles veían los toros desde la barrera, mientras que los siervos y campesinos conformaban la carne de cañón, situación que le pareció profundamente inmoral y por lo mismo no dudó en criticar.

Los siguientes seis años posteriores a la guerra, los pasó recluido en su modesta pero no tan pequeña propiedad, en Yásnaia Poliana, dando rienda suelta a sus apetitos carnales, los cuales satisfizo con varias siervas, hasta el día en que tomó la decisión de sentar cabeza. Con esa intención, el joven y codiciado soltero -famoso ya como autor de la novela "Los cosacos"-, invitó a una familia con tres hijas casaderas, enamorándose de la menor que le correspondió plenamente. Durante 20 años vivió un matrimonio dichoso porque su mujer, Sofía Berhs, también gustaba de escribir y le prestó invaluables servicios como copista, fotógrafa, administradora de su hacienda y madre de 13 de sus hijos.

Tolstói escribió frenéticamente hasta componer su obra maestra, "La guerra y la paz", cuyo manuscrito Sofía copió al menos cinco veces. Al igual que otros de sus títulos, su obra magna fue publicada por entregas en "El mensajero ruso", y de inmediato catapultó a su autor a lo más alto de la literatura mundial.

Hacia sus últimos años, tras escribir "Anna Karenina", su otra obra maestra, puso su talento y prestigio al servicio de una suerte de campaña de moralización mundial escribiendo panfletos, novelas didácticas y manifiestos sobre una ideología  que podríamos llamar tolstoyana, con claras influencias del anarquismo de Joseph Proudhon, al tiempo que Sofía vivía el infierno de ver al autor vistiendo harapos y haciendo gala de un carácter exigente, intolerante y excéntrico, en pos de una santidad, sin iglesia y un gobierno sin zar. 

Una mañana, León Tolstói salió de su hacienda y marchó con rumbo desconocido... seguido por una multitud de admiradores que no querían perderse sus enseñanzas. Finalmente, en una de las estaciones de su peregrinar, cayó enfermo rodeado de una multitud que impidió que su esposa pasara con él sus últimos momentos.

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