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Cuentos del Doctor Lector: Abrir los ojos

recien-nacido
Foto(s): Cortesía
Redacción

José Luis Ortega González / Cuarta de cinco partes

Encuentras lo indescriptible de esta nueva sensación, de contento nunca antes vivido, de calor que recorre todo tu cuerpo por dentro y estremece quien sabe que tantos órganos internos, o tal vez ninguno, pero igual, la dicha es inmensa. Que pausa más feliz.

La mañana siguiente es toda emoción. Tu traslado al área de hospitalización no Covid. Las caras nuevas. El ansia por ver a Marcos. Te llevaron al área aislada de cuidados intermedios, donde se encuentra desde hace unos días; te pareció el ser más extraordinariamente bello del universo. Ya no lo ves con los cables y tubos que notabas en las fotos con que Dulce te emocionaba, antes de extraerte leche. Lo tomas en tus brazos por primera vez y el mundo se detiene, una música que solo existe para ti, retumba en tu cabeza, tu corazón se acelera y te sientes tonta por sentirte con tanto mareo a pesar de estar sentada. Respiras hondo, te piden que respires profundo, te dicen que luces muy pálida y pronto, afortunadamente, pasa el mareo. Ahora te das cuenta de que no sostienes por ti misma a tu bebé. Te ayuda “Patsy”, su enfermera. Patsy, porque así se llama tu mejor amiga, de voz chillona, pero gentil igual que ella. Por hoy fue ya suficiente de emociones.

Vuelves a la mañana siguiente, con mejor talante y sintiéndote capaz de interactuar mejor con Marcos. Lo recibes con tu pecho descubierto, desnudo, te explican que vas a intentar la técnica canguro, transmitirás tu calor y estimularás, entre otras cosas, su tacto a través del contacto piel con piel. Así lo entiendes. Lo colocas primero entre tus pechos, pero al parecer se incomoda y llora. Patsy te comenta que es posible que tenga hambre.  (¿Por qué ella puede saberlo y no tú que eres su mamá?).

-Te vamos a enseñar a identificar sus señales de hambre-, te explica la “Bella Genio”, otra enfermera en el servicio.

Lo colocan en posición para amamantarlo, pero no se prende y llora aún más. Te sientes frustrada. Te extraen leche nuevamente y se la toma en vaso, vorazmente. Casi dirías que felizmente. La siguiente toma se la darás tú si es necesario darle en vaso.

Ahora te sientes más receptiva y sensible que antes.

Continuará el próximo lunes…

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