Alejandro José Ortiz Sampablo
El amor
es una gota de agua en un cristal,
es un paseo largo sin hablar,
es una fruta para dos.
El amor, es un espacio donde no hay lugar
para otra cosa que no sea amar,
es algo entre tú y yo.
José Luis Perales
Hubo una época en que me consideraba un espíritu viejo, principalmente por la música que escuchaba. Crecí con los boleros, boleros rancheros y baladas, música que se escuchaba en el taller de mi padre. Salía del jardín de niños y él iba a recogerme, así que pasaba de escuchar a Cri cri “El grillito cantor”, a la música romántica.
Un intérprete de esa época, del que me encantaba entonar sus canciones, es José Luis Perales.
La canción “El amor” era de mis favoritas, recuerdo que quería ser grande para estar enamorado, lo cual era un espejismo, ya que esperaba el retorno a la escuela para encontrarme con la niña más hermosa que hubiese visto.
Desde esa época supe que el amor, como dice la canción, "es llorar cuando nos dice adiós".
Hoy hemos comprado el ideal de bienestar, salud y belleza comandado principalmente por el mundo del capital. La experiencia amorosa no ha quedado incólume a este empuje; ya nadie quiere sufrir por amor.
Aquellos que creen sufrir por amor, es más bien, a causa de heridas narcisistas, afrentas por no recibir aquello a lo que se creen merecedores.
En el amor, por lo único que se sufre es por la ausencia del otro. Lo más triste sería experimentar esa ausencia aun con la presencia del amado. Es algo que no se espera; de ser así, amar también es reconocer esa libertad del otro.
Cuarenta y dos años después sigo siendo un espíritu viejo. Tenía mucho tiempo que no escuchaba estas canciones. La semana pasada, cuando les brindaba cuidados a mis plantas, volví a recordar aquel entonces, cuando fui un enamorado infantil.
Apostar por el amor hoy puede ser un deporte extremo, que muchas veces implica caer y volver a levantarse.
