Carlos A. Bravo Matus
El conejo Rudy y la plaga
Tercera de cinco partes
Con esas noticias, todos los animales se apresuraron a llevar una buena cantidad de provisiones de agua y alimentos, reunieron a sus familias e iniciaron la partida. Los venados tomaron la delantera con veloz carrera, las aves surcaron el cielo con ágil vuelo, los tigrillos y jaguares, permitieron subir a su lomo a orugas y caracoles.
Así, todos los animales emprendían la marcha a un nuevo y alejado lugar en afán de salvarse; sólo los papás de Rudy seguían buscándolo, le gritaban con fuerza hasta que el sonido de su voz se apagaba entre los árboles y las enormes hojas de mafafa. Su mamá, lloraba desconsolada; la angustia y el temor invadió a su padre, pues la plaga cada vez se veía más cerca.
Otra familia de conejos los convenció de unirse a la caravana, diciéndoles que tal vez Rudy ya estaba en el grupo y que seguramente los buscaba entre la multitud, así que partieron con la esperanza de encontrar a su hijo entre todos los animales.
Había pasado el tiempo y por fin Rudy despertó con nuevos bríos, se asustó al verse solo y en silencio; con dificultad logró llegar a su madriguera, estaba vacía, al igual que todas las casas de los animales, entonces se asustó más, vio en el horizonte la nube negra que avanzaba dejando desolación y muerte a su paso, aunque no alcanzaba a comprender lo que ocurría.
Pensó que todos se habían ido a buscar refugio alejándose de aquella sombra maligna. Buscó a su alrededor hasta encontrar una gran cantidad de huellas diversas que continuaban a lo largo de una vereda; pensó que si las seguía, seguramente encontraría a sus papás y sin más, se fue internando entre el follaje dando saltos apresurados.
El manto de la noche cubrió el ambiente y el camino; Rudy se refugió bajo un arbusto para retomar fuerza y esperar los primeros rayos del sol que le mostraran de nuevo el camino; un gran silencio lo rodeaba, no se escuchaba el chirriar de los grillos, no veía las lucecillas de las luciérnagas, no veía el desfile de las hormigas y escarabajos y sólo se escuchaba un suave ulular del viento corriendo entre las ramas de los árboles.
Continuará el próximo lunes.