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Recorrido en bestias

paisajes-nubes
Foto(s): Cortesía
Giovanna Martínez

Mónica Ortiz Sampablo

Borges y Guerrero reunieron en "El libro de los seres imaginarios", una recopilación de extrañas criaturas producto de los sueños, miedos y deseos, un total de 116 monstruos, personajes principales de religiones, mitologías y otros propios de la invención humana. Su riqueza no solo radica en los fascinantes seres que lo conforman, sino en su origen; surgen de las páginas de libros tan antiguos como el Gilgamesh, Las metamorfosis de Ovidio, La Ilíada, La Biblia, Las mil y una noches, de los diversos bestiarios medievales, desde luego de la Historia Natural de Plinio, solo por mencionar algunas fuentes. Se trata de un libro colmado de referencias filosóficas, poéticas y literarias.

De entre las 116 criaturas que habitan el libro (y para cerrar esta serie de notas), me centraré en el Dragón; me llama la atención su inmortalidad o mejor dicho, la cualidad de permanecer; es innegable que su majestuosidad lo convierte en favorito de chicos y grandes. Una de las imágenes que tengo presente con respecto a esta criatura, es la referente a los pueblos chinos, quienes afirman que el dragón habita en las nubes; si tan solo nos tomáramos el tiempo de observar los cúmulos y nimbos, sin duda los descubriríamos.

Al dragón se le describe como un ser capaz de adquirir muchas formas, así mismo poseedor del poder de hacerse visible o invisible ante los ojos del hombre. Físicamente, según Borges y Guerrero, tiene “cabeza de caballo, cola de serpiente, grandes alas laterales y cuatro garras cada una provista de cuatro uñas, […] sus cuernos se asemejan a los de un ciervo, su cabeza a la del camello, sus ojos a los de un demonio, su cuello al de la serpiente, su vientre al de un molusco, sus escamas a las de un pez, sus garras a las del águila, las plantas de sus pies a las del tigre y sus orejas a las del buey”.

Se cree que existen diversos tipos de dragones; el celestial, que lleva a cuestas los palacios de los dioses; el dragón divino que produce vientos y lluvias para bien de los humanos; el terrestre que determina el curso de los arroyos y ríos; y el subterráneo que cuida los tesoros vedados a los hombres. Un dato hermoso es que el dragón porta una perla, pero si lo despojan de ésta, anulan su poder.

La magia de los bestiarios es un manantial necesario, es estar alerta a lo que somos y hemos sido, escudriñar en nuestros universos, es mirarnos al espejo.

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