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CONSULTORIO DEL ALMA: CUENTA CONMIGO; El mal de amores: el engaño

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Alejandro José Ortiz Sampablo

 

Este viernes, en "La hora del deseo"

 

Si nos remitimos a nuestra naturaleza, podremos observar que somos una especie animal regida por lo que el creador del Psicoanálisis llamó pulsiones (estímulos incoercibles provenientes del mundo interior), las cuales exigen ser satisfechas.

El engaño del amor

Por otra parte, si dirigimos nuestra mirada a los seres humanos en la vida adulta, nos encontraremos con aquellos hombres y mujeres -por lo general más los hombres- que no toleran estímulos provenientes del mundo exterior, que también exigen ser satisfechos. Esta demanda, por lo general las personas las vivimos con displacer, más aún si nos retiran de aquellas experiencias placenteras.

Por ejemplo: imaginemos a un pequeño que se ve forzado a retirarse del videojuego por una solicitud de la madre para que realice un quehacer de la casa; o cuando se ve obligado a levantarse temprano un domingo porque los padres decidieron visitar a la abuela. Pero si extendemos el espectro visual, nos percataremos que muchos adultos seguimos en ese mismo comportamiento infantil, el cual es una imposibilidad para el amor.

En este punto, por motivos de precisión habrá de modificar la expresión “imposibilidad para el amor”, por la de, “imposibilidad para que surja de parte de la persona una disposición psíquica amorosa”. Por otro lado, es difícil pensar a un ser humano que no haya experimentado el afecto del amor, en el pecho, el estómago, en las entrañas o como decía Pánfilo, la ardillita creada por el compositor Lalo Guerrero, en el hígado.

Regresemos con nuestro niño de los ejemplos anteriores; el pequeño pretende que, con decirle a su mamita linda, “te quiero mucho, mucho, mucho, al infinito” esa es la dimensión de su amor, y con ello deja fuera la infinidad de ocasiones en que es insensible a las circunstancias de ella. Por mencionar algunas situaciones: la mamá llega del supermercado y el hijo es incapaz de extenderle auxilio en cargar las bolsas, incluso de acomodar las cosas en sus respectivos lugares; o cuando la ve apresurada con los quehaceres de la casa, y ni se inmuta, so pretexto que hace la tarea o que juega.

El amor infantil

Sigmund Freud menciona en uno de sus textos, que el amor surge desde el egoísmo. El recién nacido experimenta un sinnúmero de estímulos provenientes del mundo exterior, de los cuales pretenderá deshacerse, y cuenta para ello con el auxilio de quien se encarga de su crianza.

Sin embargo, hay otra fuente de estímulos que surgen de su interior, los cuales no serán fáciles de tramitar, y que también requerirán de un otro para ser satisfechos. Estas experiencias de satisfacción que se decantan de los estímulos internos y externos quedan grabadas en la memoria (psique), las cuales la persona en la vida adulta buscará repetir, por lo que explorará en el mundo hasta encontrar el objeto adecuado para realizar dicha repetición.

Hemos de aclarar que este proceso de pensamiento es inconsciente, lo que experimentan las personas regularmente es la repetición, al estilo del dicho, tropezar con la misma piedra. Por su parte, la persona dirá que ama a tal objeto de amor.

¿Quieres saber más? Escúchanos este viernes a las 12:00 del día en La hora del deseo, por Radio UNIVAS. Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921.

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