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Los fantasmas en el alcoholismo de la mujer: segunda parte

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Foto(s): Cortesía
Alejandra López Martínez

Gloria Cruz González// Última de dos partes

En la nota anterior hablé del estigma social que la mujer alcohólica padece y de las campañas publicitarias recientemente dirigidas a ellas y que han tenido un gran impacto, debido a que se enlazan con el anhelo de ser mujeres empoderadas, seguras y capaces de conquistar cualquier objetivo que se propongan.

Finalmente, terminé hablando de las historias de mujeres alcohólicas que generalmente expresan una demanda de amor, eventualmente insatisfecha.  Ahondando en el tema, partiré de tres ideas: la demanda de amor, la insatisfacción de la misma y el sentimiento de minusvalía.

Demanda e insatisfacción de amor

Cuando escucho historias de mujeres con problemas de alcoholismo, eventualmente hacen alusión a carencias afectivas, primero por parte de los padres, y después, en la vida adulta, por parte de la pareja. El hecho de no sentirse amada genera sentimientos de dolor, frustración y odio a quien se le reclama dicha satisfacción, demanda que, por otro lado, es muy difícil de cumplir, pues los parámetros por regla general son inexpresables, poco concretos y fluctuantes para las mismas mujeres.

Pareciera que ni los primeros objetos de amor, ni los seres amados en la vida adulta podrán satisfacer del todo esta exigencia; si a ello agregamos que eventualmente el otro tiene sus propias expectativas y demandas -las cuales va a privilegiar sobre las de ese que le realiza la demanda de amor- queda sellada la decepción en la mayoría de los casos. Cabe aclarar que la mujer no elige el alcoholismo solo por el hecho de no sentirse amada, este al parecer es un sentimiento que acompaña a muchas mujeres. Por lo anterior, podemos suponer que este afecto no tiene la suficiente fuerza para llevar a una mujer a entregarse a este placer (adicción); se requiere de otras vivencias que corroboren dicho sentir, elementos del exterior irrefutables, como nos lo muestran hogares con violencia, abandono de alguno de los padres y decepciones amorosas infantiles y, por supuesto, adultas.

Así pues, algunas mujeres parecen encontrar refugio en el alcohol, que le permite apaciguar el dolor que le causa el no sentirse amadas o de la forma en que ellas lo anhelan.

Sentimiento de minusvalía

Acontece también un fenómeno psíquico imposible de explicar con los elementos de la razón, y que parece ser un trabajo para el Psicoanálisis. El hecho de que las mujeres vean insatisfecha su demanda de amor, va a engarzarse con otro sentimiento, del cual parecen no ser plenamente conscientes, pero eso no evita que lo actúen. Me refiero al de no sentirse merecedoras de ser amadas, atribuyendo a su persona la imposibilidad de que el otro cubra sus expectativas; es así como prontamente comienzan a justificar el rechazo del ser amado. Este sentimiento se verá corroborado por el rechazo familiar y social a consecuencia del alcoholismo, por lo tanto, le reforzará esta certeza, que la harán entrar en un círculo tormentoso del cual le será complicado salir. Esto, sin contar el sufrimiento psíquico agregado por la degradación que su persona alcanza por la adicción y las amenazas reales que se ciernen sobre su seguridad, salud y vida.

¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

[email protected]

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