Rafael Alfonso
En un centro de convenciones de la Ciudad de México, se llevaba a cabo un importante evento de Desarrollo Personal y Coaching. Entre la multitud de asistentes, había un joven motivador, que, después de haber tomado un par de cursos y de haber leído varios títulos al respecto, puso manos a la obra y abrió su propio canal de youtube donde, desde un escenario que revela precariedad, brinda consejos a emprendedores.
El evento soñado
A paso veloz, nuestro protagonista atravesó los pasillos y los stands, pues uno de los coaches más famosos del país se encontraba ocupando el escenario principal ante un auditorio lleno a su máxima capacidad. Hacia el final de la plática, muchas personas hicieron uso de la palabra para interactuar con el conferencista. Al igual que otras personas, solicitó el micrófono para presentarse ante uno de sus ídolos.
Cuando finalmente llegó su turno, el joven habló con entusiasmo desbordado y llevado por el nerviosismo, entre otros desatinos, se presentó a sí mismo como un conferencista exitoso, repasó con sobrada admiración la trayectoria de la celebridad que tenía enfrente y finalmente dijo que él, de acuerdo con sus propias aspiraciones, no se permitiría tomar clases con alguien que no fuera millonario.
De vuelta a la realidad
Al llegar a este punto de su larga participación, el coach lo interrumpió abruptamente y le preguntó cuántos clientes había tenido en su carrera como motivador. El joven, sintiéndose avergonzado, respondió que aún no había tenido ningún cliente y su gurú le dijo entonces que no tenía nada que ofrecer como coach si no había trabajado con ningún cliente, y que, en ese momento debería enfocarse en ganar experiencia. Luego, el coach se despidió del auditorio, dio media vuelta y se alejó entre aplausos. El joven aspirante a motivador no pudo evitar sentirse desanimado y decepcionado.
Es importante señalar que el Coaching y las técnicas de Desarrollo Personal, en sus múltiples variantes, no son una panacea. Aunque a menudo se venden como una solución mágica a todos nuestros problemas, siendo benévolos, apenas pueden considerarse como herramientas destinadas a mejorar aspectos muy específicos de la vida de las personas. Estas prácticas suelen caracterizarse por estar enfocadas en la acción y en la implementación de cambios rápidos, sin dejar suficiente espacio para la reflexión y la introspección.
El extravío
Cada vez son más las personas que buscan mejorar su vida a través de este tipo de prácticas, convirtiéndose en verdaderos fanáticos. En muchas ocasiones, gracias a la difusión de los logros materiales de sus figuras más destacadas, los seguidores del coaching encumbran ídolos de la misma forma en que lo haría un culto religioso.
En el caso particular que nos ocupa, el joven aspirante a motivador no estaba del todo haciendo click con la realidad. Las nociones que manejaba, las ambiciones que lo motivaban y la soberbia de la que hacía gala, evidentemente no correspondían a su saber ni a su trayectoria, como tampoco a las circunstancias económicas de su vida. Su extravío correspondía más a una ilusión basada en una necesidad imperiosa a satisfacer a la instancia psíquica llamada Yo, empeñada en alcanzar, en poco tiempo, un estatus similar al de sus ídolos.
Escúchanos este viernes a las 12:00 horas, a través de la frecuencia de Radio Univas. Emociones sonoras. ¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!
