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Consultorio del alma. Cuenta conmigo: Usted puede ser un asesino

motociclista
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rafael Alfonso

 

Un internauta colombiano subió a la plataforma de facebook un video grabado desde la cámara instalada en su casco de motociclista. En éste se le mira alcanzar los 185 kilómetros por hora sobre una carretera con muchas curvas y bastante transitada; es una carretera rural. La velocidad de ninguno de los autos que ahí circulan  —mismos que rebasa y esquiva con maniobras temerarias— se equipara a la de su moto de carreras. Lo que está ocurriendo en ese video tiene una sencilla explicación: el sujeto está privilegiando su placer, por sobre la seguridad de las personas que están a su alrededor.

Apoyando al campeón

Los fans de este motorista lo defienden de quien lo señala como irresponsable diciendo que es un experto y reconocido campeón, un piloto profesional; razón suficiente para creer que debería ser más prudente al momento de ejercitarse y no al revés. Sus disculpas en la caja de comentarios corroboran que el sujeto está consciente de su imprudencia, pero la justifica diciendo que está “en control” de la máquina, es decir, se siente seguro de no fallar en su conducción. Lo cual, podemos decir, manifiesta un engaño del YO.

Aquí, el piloto se coloca en el punto exacto donde inician muchos accidentes. Basta que se atraviese un perro, que un niño salga de la nada, que haya una piedra o un bache en el camino, o que un ave o un insecto se estrelle de frente contra su casco, para que la motocicleta se convierta en un bólido descontrolado que se dirija a 100 kilómetros por hora contra algo o contra alguien.

Irresponsabilidad letal

Los irresponsables matan sin querer, pero lo hacen de una forma tan letal y definitiva como el mejor sicario. Cuando la desgracia sucede y se da cuenta de ella, el irresponsable, obviamente, elude su responsabilidad, y culpa a todo mundo de las consecuencias. Por dar otro ejemplo, si una persona muere tras caer a una coladera destapada, el delincuente que se robó la tapa de la coladera —convirtiéndola en una trampa mortal— no pensará que la culpa es suya, sino del peatón que cayó en ella (por no fijarse dónde camina), o de la autoridad por no reponer la coladera de inmediato o por no iluminar las calles; ya que él no tenía intención de matar a nadie.

De esta forma, los irresponsables hablan por teléfono mientras conducen, se emborrachan hasta perder la conciencia, protagonizan riñas callejeras con desconocidos, evitan el uso del condón y diseminan enfermedades de transmisión sexual, embarazan a las novias adolescentes y traen hijos al mundo sin mayor trámite, gastan más de lo que ganan y encima su Yo se hiere y ofende, cuando alguien les llama la atención acerca de su conducta. 

Es así que muchas personas transitan por el mundo esgrimiendo el pasado como garantía de futuro; "nunca me ha pasado nada”, engañosa frase que no significa que nunca pasará. En resumen, hablamos de conductas que todos hemos experimentado alguna vez, de modo que usted y cualquiera de nosotros, puede convertirse en asesino, o al menos en un dañero, por entregarse irreflexivamente al principio de placer.

¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

[email protected]

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