Daniela Clarisa Concha León
La alimentación y el principio de placer displacer
Primera de dos partes
A nivel mundial, nos encontramos inmersos en problemas de índole social, económico, de seguridad y de salud pública. Al respecto de esto último, hay un problema al cual por mucho tiempo se le restó importancia, el sobrepeso.
El problema
Actualmente existe la clasificación de la “Triple carga de la malnutrición", la cual perjudica principalmente a niños, adolescentes y mujeres. De esta se desprenden: la desnutrición, el hambre oculta y el sobrepeso (incluyendo la obesidad). Es importante mencionar que las consecuencias de estos no solo afectan la salud física, también repercuten en el estado anímico, así como en la cognición. Por otro lado, al haber descuidado el tema nutricional a nivel estado, las consecuencias empiezan a ser visibles en los temas de atención médica y hospitalaria, que de no atenderse adecuadamente, el riesgo de que colapse el sistema de salud pública será una realidad, situación que ya vivimos en la contingencia provocada por el Covid-19.
Datos arrojados por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2018), indican que la obesidad en adultos es del 75.2% y en el caso de los niños de entre 5 y 11 años es de un 35.6%, siendo porcentajes altos. De igual forma, el informe menciona que la obesidad es el resultado de múltiples factores como la genética, la biología y el ambiente. Así mismo, acarrea enfermedades crónico-degenerativas como: diabetes, problemas cardiovasculares, trastornos metabólicos, entre otros. Los niños no están exentos de estos padecimientos, sumando que también pueden desarrollar colesterol y presión arterial alta, intolerancia a la glucosa, problemas respiratorios (asma, apnea del sueño, etcétera), enfermedades del hígado, así como ansiedad, depresión, problemas para relacionarse, etcétera, y es bien sabido que los niños con sobrepeso son potenciales víctimas de bullying.
Una propuesta engañosa
Existen propuestas a nivel mundial para solucionar esta dificultad, sin embargo, al ser un problema multifactorial, nos encontramos que no solo depende de la voluntad del sujeto, también de la biología, genética, medio ambiente, acceso a los alimentos ultra procesados, así como a la falta de una cultura de salud médica.
Algunas organizaciones mundiales estudian a la obesidad como un problema multidimensional, y toman en cuenta la baja economía de muchos países como México. Sin embargo, llamó mi atención un artículo de la UNICEF que proponen que hubiese de empoderar a las familias para que exijan alimentos más nutritivos a los productores.
Dicha propuesta parece uno de tantos engaños que la entidad psíquica llamada Yo hace, cuando intenta resolver un problema. En este caso, la iniciativa no está contemplando a los otros poderes en juego, como el interés principal de quien vende los alimentos; cabe mencionar que aquí aludo a las 100 empresas que poseen el 77% de las ventas de alimentos a nivel mundial; el segundo poder, el interés del gobierno por regular los procesos y la calidad de los alimentos que dichas empresas comercian con su ciudadanos; por su parte, el empoderamiento es un proceso de pensamiento racional, el cual no contempla los itinerarios de pensamiento inconscientes, donde se albergan los otros intereses del propio consumidor, ligados al principio del placer-displacer.
Continuará el próximo sábado…
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