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Consultorio del alma: cuenta conmigo | La mujer: incógnita por resolver, primera de tres partes

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Alejandro José Ortiz Sampablo

En la mañana del viernes 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, recordé que ha sido la teoría psicoanalítica la que reconoció el lugar de la mujer en el mundo de lo psíquico. Este pensamiento por regla general lo tengo presente, aunque la expresión “reconoció el lugar de la mujer…” no es del todo precisa, ya que, en el campo psicoanalítico, o por lo menos en el instituto al cual pertenezco, al investigar y estudiar permanentemente la vida anímica y sus expresiones contemplamos la variable: las consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica de los sexos. Por lo que, aquello que se decanta del método de investigación freudiano está libre de tendencia.

Una verdad sobre el hombre

La presente nota no iba a ser dedicada a la mujer, pues días atrás, derivado de los acontecimientos en la atención de pacientes, se me impuso escribir sobre uno de tantos conocimientos que nos heredó el creador del Psicoanálisis respecto a la estructura y dinámica psíquica de los hombres. Quienes me conocen, incluidos mis pacientes, saben que en ciertas circunstancias utilizo la expresión: “al respecto de mi raza (los hombres), no tengo argumentos para abogar por ella”. Dicha frase se me ocurrió después de varios años de investigar y escuchar pacientes y la vida cotidiana de nosotros, los seres humanos. Aunque muchas veces la digo a manera de broma, esta también se sostiene desde diversos vértices de la teoría psicoanalítica.

Cuando Sigmund Freud inicia la explicación del psiquismo, por lo general comienza por el lado del hombre, así mismo, de sus cinco casos paradigmáticos, que es como se les conoce, solo uno es de una paciente mujer. Lo anterior, a simple vista, puede dejar la impresión de que le dedicó más tiempo a la investigación del psiquismo del varón, conclusión que sería desatinada.

Para quienes nos dedicamos a la investigación, a la atención de pacientes y a la transmisión del Psicoanálisis, sabemos, por experiencia propia, que es mucho más sencillo servirnos de la dinámica de lo masculino (en los hombres) para comenzar a comprender el universo psíquico, pues esta, eventualmente, se queda en el nivel más bajo del desarrollo. En otras palabras, nuestra conducta y nuestros procesos de pensamiento obedecen a procesos primarios.

En ocasiones la verdad ofende, aunque el Yo malentiende

No dudo que haya quienes debatan o incluso les incomode lo dicho, pero de ser así espero se permitan seguir leyendo el argumento. Por otro lado, pareciera que es una nota dedicada al psiquismo del hombre, y que dije que había cambiado de idea debido al “Día Internacional de la Mujer”, pero como también lo mencioné, es su estudio el que nos brinda el conocimiento sin mayor dificultad. Sin embargo, en el contraste con lo femenino que iré realizando, obtendremos algo de luz de ese mundo enigmático.

Hemos de recordar que, en ocasiones, lo simple resulta lo más eficiente ante ciertas circunstancias. En este caso, los hombres, al obedecer a la herencia de dos principios de lo psíquico, nuestra eficacia resulta evidente. Habremos de entender eficacia, a la acción de acuerdo a fines, y no a lo que pudiera entender el Yo como eficacia moral, es decir, ser buen papá, buen esposo o pareja, trabajador, profesionista, etcétera, pero esto lo desarrollaré en la siguiente nota.

Continuará el próximo sábado…

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