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Consultorio del alma: cuenta conmigo. De la intimidad a lo público

violencia_infantil
Foto(s): Cortesía
Redacción

Por Alejandro José Ortiz Sampablo

Muchos de nosotros, amables lectores —y me atrevería a decir que si estás leyendo este artículo, lo más seguro es que así es—, pertenecemos a la generación híbrida, pues nos tocó vivir la transición de la era analógica a la digital.

Quemar gente, un deleite humano

Hasta hace poco, capturar en video o fotografía momentos bellos, chuscos e inesperados, era un lujo que no cualquiera podía darse. Tales situaciones pasaban a formar parte de conversaciones entre familiares y amigos; ni qué decir de aquellas en donde, como se dice popularmente, se aprovechaba para “quemar gente”. Hoy, con la posibilidad de tener un dispositivo para capturar tales eventos, esta actividad se convirtió para muchos en una de las cosas más disfrutables.

Podemos hacer memoria y no tendríamos argumentos para asegurar que ser discretos de las situaciones ajenas fue característica de nuestra generación, pues siempre hubo quien hiciera disfrutar a otros con la narración de situaciones bochornosas, propias y ajenas. Años atrás del auge de los celulares con cámara, ya existían en programas de televisión espacios donde se exponían las capturas de dichos eventos.

De la intimidad a lo público

Hacer pública nuestra vida cotidiana es cosa de todos los días; la gama de plataformas digitales para ello es diversa, como lo es la variedad de contenidos. De un tiempo a la fecha he observado que gran número de padres exhiben videos de sus hijos pequeños en situaciones que a la postre podrían ser motivo de mofa.

La pasión por exhibir un logro, una gracia o un berrinche de los pequeños, al parecer es algo que sobrepasa a muchos padres, al punto de no detenerse a pensar en la trascendencia que tal acto ingenuo tendrá en un futuro cercano. Por lo dicho anteriormente, podemos suponer que ni siquiera se trata de invasión de la privacidad —la cual, de tener plena conciencia el infante, seguramente rechazaría fuertemente—, es más bien por la disposición psíquica que el padre o madre, según sea el caso, adopta con el hijo, misma que, de una u otra manera se trasluce como en aquella frase que dice “es mi hijo y yo hago con él lo que quiera”; algunos incluso agregan: “y si quiero me lo como”.

Grabar a los pequeños en momentos íntimos para después subirlos a la red, podría pensarse que es solo un asunto moral; sin embargo, lo que se desliza en dicho acto es la disposición psíquica que bien resume la frase mencionada, disposición ante la cual es de esperar que el hijo reaccione, en formas que pueden ir desde la sumisión hasta la reacción más violenta.

¿Quieres saber más?  Escúchanos este viernes en punto de las doce del día por: https://www.facebook.com/RadioUnivas. Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

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