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La ciencia prueba, otra vez, que los videojuegos violentos no hacen a las personas violentas

Foto(s): Cortesía
Redacción

l debate en torno a las armas de fuego se ha recrudecido en Estados Unidos tras la nueva masacre en un instituto de Parkland, Florida. El presidente Trump llegó a reunirse con representantes de la industria del videojuego para discutir de nuevo la relación entre violencia y videojuegos, pero ¿qué dice la ciencia?


Un nuevo estudio publicado en la revista Nature Molecular Psychology termina de despejar las pocas dudas que hubiera en torno a la relación entre videojuegos violentos y personas violentas: no existe relación. El experimento lo ha llevado a cabo un equipo de investigadores alemanes y para ello ha reclutado a 77 personas mentalmente sanas y que no son aficionados a los videojuegos, y las ha sometido a un exhaustivo test de personalidad para medir sus niveles de agresividad y propensión a la violencia de cualquier tipo. Después ha separado a esos 77 voluntarios en tres grupos.


A los miembros del primer grupo se les puso a jugar un mínimo de media hora diaria a Grand Theft Auto V, un juego que entra dentro de los considerados violentos. A los miembros del segundo grupo les pusieron a jugar a Los Sims 3. El tercer grupo era el de control, y simplemente les dijeron que volvieran más tarde. Al cabo de dos meses, los tres grupos regresaron para someterse de nuevo a los test, y dos meses más tarde, ya todos haciendo vida normal, volvieron a examinarse.


Las conclusiones son claras. No existe la mas mínima variación entre las personas que jugaron GTA V a diario durante dos meses con los de los otros dos grupos. Los niveles de agresión, empatía, control de impulsos, ansiedad y depresión eran exactamente los mismos antes y después del experimento.


El estudio no es muy grande en términos de la cantidad de gente a la que examina, pero su metodología es tan cuidadosa que diferentes investigadores que no han participado en él lo consideran una piedra de toque a la hora de considera la relación entre violencia y videojuegos como un mito.


Pese al estudio, existen muchas voces conservadoras que siguen empeñadas en convencer a la opinión pública de que los videojuegos son los culpables de la violencia entre los jóvenes. La del presidente Trump no es ni mucho menos la única. La mismísima Asociación Americana de Psicología (APA) publicó un documento en 2015 en el que reconocía una relación entre juegos violentos y violencia. Muchos de los firmantes de este documento se basan en una teoría psicológica llamada Primado. Según esta teoría, nuestras acciones o pensamientos pueden ser influenciadas por el entorno, y por tanto someternos a videojuegos violentos puede incrementar nuestros niveles de violencia.


De poco importa que los pocos estudios al respecto solo hayan podido demostrar este efecto durante unos pocos minutos después de jugar, o de que la propia teoría del primado haya tenido problemas cuando otros psicólogos han intentado replicar sus efectos. Quizá el estudio recién publicado sirva a la APA para revisar sus políticas, pero probablemente no sirva de nada. Defender la relación entre violencia y videojuegos es como defender la relación entre vacunas y autismo. A menudo no se trata de una cuestión de ciencia, sino de ideología.

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