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Paul Bateson, el as3sin0 de homosexuales

Foto(s): Agencia Reforma
Agencia Reforma

Nacido el 24 de agosto de 1940 en la pequeña ciudad de Lansdale (Pennsylvania), Paul Bateson creció bajo el yugo de un padre estricto, de férreas disciplinas, que castigaba al pequeño desde una edad muy temprana por escuchar música en la radio o querer salir al cine o a la discoteca los fines de semana.

Según explicó el protagonista años después, aquello le marcó profundamente generando en él un odio acérrimo hacia su progenitor, además de una necesidad imperiosa de venganza, que jamás descargó contra él sino contra desconocidos.

Aparte de esto, poco más se sabe de la adolescencia de Paul salvo su incursión en el alcoholismo a partir de los años sesenta tras alistarse en el ejército. El joven se pasaba los días completamente ebrio hasta que lo echaron y regresó a Lansdale.

De vuelta a su tierra natal, consiguió solventar su adicción, pero no por mucho tiempo. Al mudarse a Nueva York en 1964 volvieron los antiguos fantasmas de la bebida.

Su relación sentimental con un hombre mayor que él, abocó a Paul al consumo excesivo de alcohol y drogas, a empalmar una fiesta con otra todos los días de la semana, y a frecuentar locales de estética fetiche y cuero en el Greenwich Village.

Por el contrario, durante sus momentos de lucidez, el joven acudía a la Universidad de Nueva York hasta conseguir graduarse como técnico en radiología neurológica.

Tras la ruptura sentimental con su novio, Paul se mudó a Brooklyn y empezó a trabajar en el Hospital Universitario de Nueva York, conocido actualmente como Hospital Tisch, donde fue un miembro muy querido y respetado por sus colegas. 

Sin embargo, un preocupante aumento en el consumo de alcohol, terminó por afectarle en el terreno profesional. En 1975 la dirección del centro le despidió por llegar completamente borracho.

Al mismo tiempo y durante los dos años siguientes, la comunidad gay de Greenwich Village sufrió el azote de un asesino en serie: seis cuerpos de hombres homosexuales no identificados aparecieron desmembrados en bolsas de basura en el río Hudson sin que las autoridades investigasen acerca de ello.

Tras el varapalo profesional de Paul, el radiólogo optó por encauzar su vida, aceptar cualquier empleo como chapuzas y asistir a reuniones de Alcohólicos Anónimos, esto último con el fin de encontrar a su media naranja. Sin embargo, su afición por las salidas nocturnas le llevó a una nueva recaída en 1977, además de cometer (supuestamente) su primer crimen.

Rechazo mortal

La noche del 13 de septiembre de 1977, Paul salió al bar gay Badlands: quería tomar unas copas y ligar con algún atractivo desconocido con quien emparejarse. Por su parte, el reportero Addison Verrill, que también se encontraba en el local, solo quería pasárselo bien sin compromiso alguno. Ambos hablaron y bailaron toda la noche, bebieron y consumieron múltiples drogas (marihuana, cocaína y nitrato de amilo) y, hacia las cinco de la madrugada, el periodista propuso terminar la fiesta en su apartamento.

La pareja mantuvo relaciones sexuales, siguió consumiendo alcohol y drogas, pero hacia las 7:30 horas de la mañana, Paul se sintió rechazado (Addison le dejó claro que solo quería sexo esporádico) y arremetió contra él golpeándolo fuertemente y acuchillándolo hasta la muerte. Acto seguido, huyó.

Cuando la policía acudió al apartamento de Addison para investigar el crimen, se encontraron con todo revuelto, latas de cervezas vacías y vasos sucios, evidentes signos de lucha, aunque la entrada no había sido forzada. Por tanto, la víctima había dejado entrar a su asesino. Ese mismo día, uno de los amigos del fallecido, Arthur Bell, publicó en su periódico un artículo sobre el asesinato y pidió al asesino que se entregara.

“El televisor, la grabadora, la máquina de escribir, cosas de las que un delincuente de poca monta podría deshacerse fácilmente, no se habían llevado… No fue un delito de allanamiento. Verrill había llevado a su agresor a casa o le había permitido entrar al apartamento”, escribió Bell. Sorprendentemente, ocho días después de la publicación, el autor del crimen se puso en contacto con él: quería contar su versión de los hechos.

“Algo me golpeó. Addison no había sido recíproco. No solo no fue recíproco en el acto sexual en sí, sino tampoco en el acto del alma. Yo quería algo duradero, algo que fuese más allá del sexo, hacia la amistad, un amante o un matrimonio”, le dijo Paul Bateson. “No puedo entender exactamente lo que hice”.

El interlocutor explicó a Bell que era alcohólico, “necesitaba el dinero”, en relación al robo de dinero, tarjetas de crédito, ropa y el pasaporte de la víctima, “y odiaba el rechazo”. De hecho, fue esto último lo que desencadenó todo: “Algo estalló en mi cabeza y decidí hacer algo que nunca había hecho antes: tomé una sartén pesada de la cocina y noqueé a Addison. Luego abrí un cajón de la cocina, saqué un cuchillo y lo clavé en el pecho de Addison. Lo clavé demasiado fuerte”.

“Me gustaría expiar mis actos, pero no quiero entregarme. No podría volver a practicar. Perdería mi licencia”, dijo Bateson antes de colgar. Enseguida, Bell puso en conocimiento de las autoridades la llamada y, tras relatarles lo ocurrido, confirmaron que solo el verdadero asesino podía conocer los detalles del asesinato de Addison.

Esa misma noche, Bell recibió una segunda llamada: un desconocido, de nombre Mitch, señalaba a un tal Paul Bateson como el autor del asesinato de Verrill. El periodista llamó nuevamente a la policía y varias patrullas acudieron de inmediato al apartamento del asesino para detenerlo. Al irrumpir en la casa, se encontraron a Paul completamente borracho en el sofá: los estaba esperando. Según los informes del caso, el homicida dijo que sabía por qué estaban allí y, con un gesto, señaló el primer artículo de Bell sobre Verrill.

 

La confesión

Una vez en comisaría, Paul hizo una confesión escrita del homicidiop y se la entregó a los investigadores, que lo acusaron de asesinato en segundo grado. Sin embargo, cuando llegó el momento de declarar ante el juez, el acusado se desdijo y negó su implicación en los hechos aduciendo al estado de embriaguez en que se encontraba durante su arresto y a que no le leyeron sus derechos.

Sin embargo, el magistrado falló en contra de Paul y el proceso judicial continuó su curso usándose la confesión escrita del detenido como prueba de cargo. 

Al mismo tiempo, la policía de Nueva York trató de vincular los seis asesinatos de homosexuales cometidos en Greenwich Village con Bateson y lo consiguieron gracias a la conversación que el radiólogo mantuvo con un amigo, Richard Ryan, al que le aseguró que “deshacerse de los cuerpos” era “la parte más difícil”.

Asimismo, la entrevista realizada por Arthur Bell a Paul Bateson tiempo antes del inicio del juicio también fue esclarecedora. En dicha charla, el asesino reconoció haber “hablado demasiado”.

Sin embargo, también aseguró que saldría inocente de todos los cargos.

El psicópata

A principios de 1979, se inició el juicio contra Paul Bateson en la Corte Suprema del Estado en Manhattan, quien siempre mantuvo públicamente su inocencia tanto en la muerte de Verrill como en la de los otros seis hombres descuartizados. Sin embargo, el fiscal William Hoyt sacó a relucir la conversación entre el acusado y su amigo Richard Ryan.

“Le dijo al Sr. Ryan que matar es fácil, que deshacerse de los cuerpos es la parte difícil. Dijo que cortó a sus víctimas y puso las partes en bolsas de basura de plástico para deshacerse de ellas”, expuso el letrado. Y continuó: “En los seis casos… Los forenses han dicho que la persona que cortó esos cuerpos era una persona que era carnicero o una persona con conocimientos médicos debido a la forma en que se hicieron los cortes”.

Ahora bien, durante el tiempo que Paul estuvo subido al estrado para declarar, trató de limpiar la imagen de “psicópata” que previamente había dibujado el fiscal sobre él: “Todavía sostengo que no soy culpable de los crímenes y que no soy la persona descrita por el Sr. Hoyt en absoluto. Siento una gran pérdida por el Sr. Verrill y no soy en absoluto el tipo de persona como él me ha descrito”.

De hecho, el juez Morris Goldman desestimó cualquier implicación de Bateson en los otros seis asesinatos al ser “demasiado efímeros para tener alguna conexión con este caso”. No obstante, el magistrado sí declaró culpable a Paul de la muerte de Verrill y lo sentenció a veinte años de prisión.

Veinticuatros años y tres meses después de ser condenado por asesinato, Paul Bateson quedó en libertad condicional. Era el 25 de agosto de 2003 y acababa de cumplir 67 años. Según los registros de la Seguridad Social, el radiólogo podría haber fallecido el 15 de septiembre de 2012, aunque no hay confirmación al respecto. Por otro lado, los seis asesinatos de Greenwich Village aún siguen sin esclarecer y, por tanto, un asesino en serie sigue suelto.

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