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La muerte del primer sex symbol de la pantalla grande

Rodolfo-Valentino
Foto(s): Cortesía
Giovanna Martínez

Agencias

Rodolfo Valentino tuvo la buena fortuna de morir en el momento adecuado. De haberlo hecho 10 años más tarde su impecable figura en blanco y negro se hubiese desfigurado por su voz aflautada y el pesado acento italiano.

Esta es la historia de la primera estrella mediática en despertar las histerias de sus fans, convertido en el primer sex symbol de la pantalla grande.

Vida temprana

Valentino nació en Castellaneta, Apulia, Reino de Italia y se llamó Rodolfo Pietro Filiberto Raffaello Guglielmi di Valentina d'Antonguella.

Su padre, Giovanni Antonio Giuseppe Fedele Guglielmi di Valentina d'Antonguella, era italiano ; fue capitán de caballería en el ejército italiano, que murió de malaria cuando Rodolfo tenía 11 años.

Su madre, Marie Berthe Gabrielle Barbin, era francesa, nacida en Lure en Franche-Comté. Valentino tenía un hermano mayor, Alberto, una hermana menor, María, y una hermana mayor, Beatrice, que había muerto en la infancia. 

De niño, Rodolfo fue mimado por su apariencia excepcional y su personalidad juguetona. Le fue mal en la escuela y finalmente se inscribió en la escuela agrícola en Génova, donde obtuvo un certificado. 

Actor italiano emigrado a EU

Este actor italiano tentó fortuna en los Estados Unidos, después de haber perdido en París el poco dinero que su madre le había dado.

Rodolfo Valentino llegó a New York en 1913 sin saber una palabra de inglés. Allí hizo los trabajos más dispares, con poca suerte. Y conoció a la señora Blanca Elena Errázuriz Vergara, acaudalada heredera de una familia chilena, casada con John Saulles, un destacado empresario y jugador de polo y fútbol americano.

Nunca quedó claro si fue por Valentino que Blanca se divorció, aunque el joven Rudolph quedó envuelto en la escandalosa separación signada por cruzadas acusaciones de adulterio y el asesinato de Mr. Saulles por una atribulada Blanca.

Para dejar atrás su vínculo, Rudolph (después de estar preso en New York) viajó a Hollywood, donde cambió su nombre a Valentino.

Antes de la fama

En 1917, Valentino se unió a una compañía de operetas que viajó a Utah, donde se disolvió. Luego se unió a una producción de Al Jolson de Robinson Crusoe, Jr., que viajaba a Los Ángeles. Para el otoño, estaba en San Francisco con un pequeño papel en una producción teatral de Nobody Home. 

Mientras estaba en la ciudad, Valentino conoció al actor Norman Kerry , quien lo convenció de intentar una carrera en el cine, que todavía estaba en la era del cine mudo.

Valentino y Kerry regresaron a Los Ángeles y se convirtieron en compañeros de cuarto en el Alexandria Hotel. Continuó bailando, enseñando baile y acumulando seguidores que incluían clientela femenina mayor que le permitía tomar prestados sus autos de lujo. 

Primeros pasos en el cine

Con su éxito en el baile, Valentino comenzó a buscar activamente papeles en la pantalla. Su primera parte fue como extra en la película "Alimony", pasando a pequeños papeles en varias películas.

A pesar de sus mejores esfuerzos, típicamente fue elegido como un gángster. En ese momento, la principal estrella masculina arquetípica era Wallace Reid, con una tez clara, ojos claros y un aspecto totalmente estadounidense, con Valentino lo contrario.

Para 1919, se había forjado una carrera en partes pequeñas. Fue un pequeño papel como un "parásito de cabaret" en el drama "Eyes of Youth", protagonizado por Clara Kimball Young , lo que llamó la atención de la guionista June Mathis , quien pensó que sería perfecto para su próxima película. Young diría más tarde que fueron ella y Lewis J. Selznick quienes lo descubrieron, y que se sintieron decepcionados cuando Valentino aceptó una lucrativa oferta en la Metro.

También apareció como segundo protagonista en "The Delicious Little Devil" (1919) con la estrella Mae Murray.

En 1919, Rudolph ya tenía planes para convertirse en un actor exitoso y dio el primer paso al casarse con Jean Acker. Las peleas y amenazas terminaron en divorcio al mes escaso de haber contraído matrimonio. Natacha Rambova tuvo más suerte ya que solo duraron pocos meses. Al incumplir la ley de California que obligaba a esperar un año entre divorcio y nuevas nupcias, Rudolph pasó tres días en prisión por bigamia.

El seductor nato

De la mano de Norman Kerry probó suerte en el cine, que prometía convertirse en un entretenimiento masivo y, por lo tanto, vehículo de las pulsiones más primarias de la condición humana.

Valentino se convirtió en un símbolo sexual, un seductor nato, el amante latino. Rodolph representaba la estética mediterránea, a diferencia de Douglas Fairbanks, el prototipo sajón. June Mathis lo eligió como protagonista de "Los cuatro jinetes del Apocalipsis", donde personifica a un estanciero argentino que baila un tango estremecedor.

El éxito lo catapultó a la fama (el guion era del español Vicente Blasco Ibáñez, que había pasado varios años en Argentina). Le sucedieron "The Sheik", "The son of the Sheik", "Sangre y arena" (también con el guión de Ibáñez).

Con su esposa Rambova hizo giras bailando por distintas ciudades de Estados Unidos, espectáculo que le permitió ganar fortunas.

Valentino entendió rápidamente la mecánica del Show bussiness: todo podía venderse. Con el fin de lograr más réditos, escribió un libro de poemas, grabó un disco como cantante y vendió su biografía (algo exaltada) a revistas del corazón.

Una úlcera perforada complicada con peritonitis, y una neumonía se lo llevó de este mundo a los 31 años.

Gran conmoción por su muerte

Valentino estaba condenado a morir justo cuando su presencia convocaba a miles de fans que le impedían llegar a las premiers de sus películas, y obstaculizar al carro mortuorio que lo llevó a su última morada, custodiado por Pola Negri, su última pareja, que se desmayaba una y otra vez, frente a las coronas de flores enviadas por Benito Mussolini (que además puso cuatro guardaespaldas vestidos con la camiccia nera).

Su cuerpo fue enviado en tren a Los Ángeles y enterrado en el Memorial Cemetery en el panteón de June Mathis, la mujer que había ayudado a consagrar al primer sex symbol en la pantalla.

Al conocerse la noticia hubo varios casos de suicidios. Sus fans no podían tolerar su ausencia.

Tras su entierro una dama vestida de negro periódicamente depositaba una rosa sobre la tumba del ídolo, desde entonces, varias mujeres se han sucedido para continuar este rito.

Los mitos de su muerte

A partir de allí, el mito, otra vez, adornado y enriquecido con las versiones y las especulaciones que no podían faltar. Se dijo que Valentino había sido, en realidad, asesinado por un marido celoso. Que lo había matado una fanática desquiciada. Que su cuerpo nunca había estado en el féretro ubicado en el centro del caótico funeral neoyorkino. 

Que lo habían matado, incluso, la tristeza y la depresión provocadas por la inminente llegada del cine sonoro, donde su voz aflautada escasamente “varonil” no hubiera sobrevivido.

 

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