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Misa crismal, sagrada comunión

Foto(s): Cortesía
Nadia Altamirano Díaz

Mientras la majestuosidad del templo dominico de Santo Domingo de Guzmán atraía las miradas de turistas que eligieron la ciudad de Oaxaca como destino para vacacionar durante la Semana Santa, la devoción de la feligresía católica coronó la misa crismal, el único momento del año en que más de cien sacerdotes renuevan sus votos.


"Hoy los sacerdotes se reúnen con su obispo como un signo de comunión que queremos que se haga realidad", expresó en la homilía el Arzobispo de Antequera Pedro Vázquez Villalobos.


Antes del mediodía de ayer, la celebración eucarística inició con cánticos entonados con voz suave y el corazón devoto.


Vivir la comunión


La procesión solemne de monaguillos, diáconos y más de cien presbíteros entró al templo, con la cruz alta, los ciriales y el evangeliario que representa la palabra de Dios.


Sin hacer referencia al conflicto entre Santiago Yaitepec y el pueblo del santuario de Santa Catarina Juquila, que se reavivó este martes con el bloqueo a la carretera Oaxaca-Puerto Escondido, desde el altar principal el arzobispo Vázquez Villalobos pidió vivir la comunión:


“No nos dividamos y estemos pueblos contra pueblos. Si vivimos la comunión estaremos en paz y nos tenderemos la mano”, expresó durante su homilía.


En un homenaje de acción de gracias, conminó a los sacerdotes a celebrar a diario la Eucaristía, aún en vacaciones, pues son ellos quienes deben dar testimonio de unión y fraternidad en las comunidades donde prestan su servicio.


Uno de los presbíteros que renovaron sus votos fue Miguel Ángel Pérez Javier, párroco del templo de Nuestra Señora de los Pobres, en la Colonia Reforma.


Como hace 45 años que se ordenó en San Pablo Huixtepec, ayer renovó su promesa de ser fiel a la fe que profesa, la obediencia al Arzobispo y su celibato.


Años atrás la misa crismal se realizaba el jueves de la Semana Santa, por la mañana, pero ahora tiene lugar dos días antes, para facilitar que el mayor número de sacerdotes asistan, sobre todo los que están en comunidades alejadas.


La bendición


Durante esta misa crismal se bendijeron tres tipos de óleos o aceite que es símbolo de la penetración del espíritu santo.


El primero, el de los enfermos, remedio de males y espíritu, fortaleza ante el mal, vertido en una vasija plateada, adornada con flores amarillas.


En una vasija similar, pero adornada con flores rojas, se bendijo el óleo de los catecúmenos, ese que se unge en el bautismo como un signo de fortaleza para que los bautizados afronten animosamente las exigencias de la vida cristiana, pero también les haga sentir la alegría de renacer y vivir en la iglesia.


La bendición del Santo Crisma es todavía más ceremoniosa. De recipientes de vidrio el arzobispo vertió en una tercera vasija plateada bálsamos aromáticos y aceite de oliva, que se utilizará como segunda unción para las y los bautizados, pero también para la ordenación sacerdotal.


Esos óleos que preparan a los católicos para recibir la gracia significante fueron entregados a los laicos que llevan a las 130 parroquias estos instrumentos de una fe que en Oaxaca atrae al turismo religioso.

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