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Maíz olotón y el despojo internacional

Foto(s): Cortesía
Octavio Vélez Ascencio

En la Vía Campesina, un movimiento internacional presente en 69 países del mundo, las comunidades indígenas de Oaxaca dejaron el compromiso de distribuir sus semillas nativas del maíz olotón para evitar que sea patentado por universidades estadunidenses y una compañía transnacional que las sustrajo sin su consentimiento de la Sierra Norte.


Gabriela Linares Sosa, integrante del Espacio Estatal en Defensa del Maíz Nativo de Oaxaca, dijo que un grupo de especialistas estadounidenses de las universidades de California y Winsconsin, así como de la empresa transnacional Mars Inc., ingresaron entre el 2006 y 2015 a la comunidad mixe Totontepec Villa de Morelos, para cometer una serie de agravios bajo el disfraz de la ciencia y el desarrollo.


“Todo eso desembocó en la solicitud de patentar características genéticas derivadas del maíz olotón, a pesar de estar documentada su existencia desde la década de los años 50 del siglo pasado en México y en Guatemala”.


Conocimiento milenario


Subrayó que este hecho constituye un claro acto de biopiratería de las universidades y de la empresa transnacional, porque sus científicos no hicieron ningún descubrimiento, sino por el contrario, mostraron un total menosprecio de la ciencia tradicional de las comunidades.


“Lo que pretenden es apropiarse de los saberes ancestrales de las comunidades, que se expresa como costumbre”, anotó.


Destacó que los científicos estadounidenses se interesaron en el maíz olotón, porque esta variedad se alimenta del nitrógeno capturados por las bacterias existentes en el mucílago segregado por sus raíces, para así manipular esta cualidad a fin de disminuir el uso de fertilizantes derivados del petróleo.


“Pero eso no les da derecho a apropiarse de este conocimiento milenario que desde la perspectiva indígena debe seguir en manos de quienes trabajan la tierra para producir sus alimentos”, aseveró.


Resaltó que el pretendido despojo de las universidades estadounidenses y de la compañía transnacional está empujado por la necesidad de ratificar el Protocolo de Nagoya sobre Acceso a Recursos Genéticos y el Convenio de la Unión Internacional para la Protección a las Obtenciones Vegetales, como consecuencia del nuevo Tratado Comercial entre Estados Unidos, México y Canadá.


“Son instrumentos que legitiman el despojo de los recursos genéticos bajo un supuesto reparto de beneficios por un lado y por el otro, la criminalización del libre intercambio de semillas, para favorecer el interés de las empresas transnacionales, menospreciando el hecho de que el maíz es una creación mesoamericana que tardó miles de años en producirse y que ahora quieren apropiarse para lucrar”, añadió.


De esta manera, Linares Sosa dijo que las comunidades indígenas de Oaxaca entregaron sus semillas a la Vía Campesina para ser entregada a millones de campesinos en el mundo y con esto, impedir a las universidades y a la compañía transnacional adjudicarse de la propiedad intelectual del maíz olotón.

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