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Pobreza los margina de una vida digna en Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Redacción

MAGDALENA MIXTEPEC, Zimatlán, Oaxaca.- Una mesa y una pantalla, son los únicos muebles. Atado a dos clavos, un mecate se une a un ángulo de la habitación de tres por cuatro metros. Sobre éste pende la ropa de nueve integrantes de la familia Pérez Martínez.


Desperdigados sobre el piso que desprende una ligera nube ocre, conviven zapatos de niño y trastes viejos; pobreza, hacinamiento y el espejismo de programas federales incumplidos.


En 2014, personal de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) visitó la comunidad, levantó censos, hizo estudios socioeconómicos bajo la promesa de que con ello se arrancaría un proyecto de construcción y mejoramiento de viviendas.


En el informe entregado, asentó que la población era de muy alto grado de marginación, que las casas estaban construidas de desechos y láminas, que se requerían de recursos para dignificarlas con techos, muros y piso firme. “Nos amoló más de lo que estamos en realidad pero ni así; los programas y los recursos jamás fueron aterrizados”, protesta Rufino Santos.


Viviendas prestadas


El hombre es regidor de Hacienda. Detalla que la localidad está conformada por 1 mil 302 pobladores distribuidos en 180 viviendas; es decir, que en promedio, en éstas habitan hasta 7.2 personas. Al menos el 50 por ciento, expresa, carecen de lo más básico. Sus viviendas son prestadas.


A pesar de que el artículo cuarto constitucional señala que se debe garantizar el derecho a una vivienda digna, las políticas públicas para hacerlo efectivo sólo son bandera de campaña en tiempos electorales.
“Aquí los políticos vienen, se toman la foto y ya no regresan. Los funcionarios prometen programas y después no hay nada. Nosotros estamos en la Cruzada Nacional Contra el Hambre pero no se ven las acciones para mejorar nuestra calidad de vida”, agrega el presidente municipal, Federico Aquino Ruiz.Vivienda digna, derecho incumplido.


El cielo sobre Magdalena Mixtepec amaneció cerrado. Una ligera llovizna hace revolotear el olor a tierra mojada y humo de leña.


Las dos piezas que conforman la casa de la familia Pérez Martínez, fueron construidas por el hijo mayor de la familia. Para hacerlo emigró a Caborca, Sonora, a trabajar en los campos de cultivo.


“Quizá si ahorráramos por 50 años el dinero que ganamos en Mixtepec, podríamos construir una casa igual”, expresa Oscar, el segundo hijo mayor.



Y es que el promedio de ingreso por jornada de trabajo es de 35 pesos considerando que la principal actividad económica es la venta de leña y la elaboración de carbón. Cada carga es vendida en 35 pesos o intercambiada por un kilo de jitomate y algunas otras verduras.


La venta se realiza una vez cada 15 días, debido a que tienen que viajar más de una hora para llegar al mercado de Zimatlán, lugar en donde confluye la actividad comercial de varias comunidades pertenecientes a ese distrito.



Círculo de pobreza


La lluvia cae con severidad. Al choque con el piso se levanta el lodo. Un pequeño de tres años juguetea descalzo entre los charcos y luego corre a la cocina en donde media docena de niños y niñas no mayores de siete años de edad, comen en cuclillas tacos de chilaquiles.


La abuela Rosa regresa frente al comal roto. Se acomoda en una silla de madera ennegrecida por el hollín que viste toda la cocina de carrizo y madera. Frente al fogón también está Magdalena, una joven de 23 años con un hijo de siete meses de edad.


Ella estudió hasta el tercer grado de secundaria, pues a pesar de tener interés en continuar, la falta de recursos económicos la hizo abandonar las aulas. Para poder estudiar el bachillerato, tendría que recorrer diariamente 15 kilómetros hacia el plantel más cercano.


Para hacerlo debería caminar por más de dos horas o pagar un viaje de 80 pesos en mototaxi. “Pero de aquí, en dónde sacamos dinero si no hay fuentes de trabajo”, señala.


Diversas carencias


Lo mismo ocurrió con Antonia, nuera de doña Rosa y habitante del mismo predio. La mujer tiene 25 años y es madre de cinco hijos, el más pequeño de ocho meses y el más grande de seis años. Todos duermen en un cuarto de adobe en donde sólo hay dos camas elaboradas con tablones de madera.


“Aquí no tenemos trabajo para ganar dinero. Lo único que ganamos es para darle de comer a los niños y hasta lo que nos dé para mandarlos a la escuela”, refiere.


Un estudio realizado sobre Magdalena Mixtepec señala que la carencia que padece la población es consecuencia de la falta de acceso a la educación, la residencia en viviendas inadecuadas, la percepción de ingresos monetarios insuficientes, y las relacionadas con la residencia en localidades pequeñas.

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