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Pide arzobispo que no exploten a oaxaqueños en situación vulnerable

Foto(s): Cortesía
Octavio Vélez Ascencio

El arzobispo Pedro Vázquez Villalobos encomendó al pueblo de Oaxaca a Jesús y a María, su madre, ante tanta pobreza, explotación, injusticias, inseguridad, narcotráfico y alcoholismo.

“Conocemos realidades de mucha pobreza, de mucho abandono y de mucha soledad. Por eso, aquí estamos para decirle a Dios: bendice a nuestro Oaxaca, porque muchos de nuestros hermanos no tienen que comer”, asentó.

Durante la homilía de la misa en la Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe, en la Ciudad de México, con motivo de la peregrinación anual de la Arquidiócesis de Antequera, el pastor religioso pidió la bendición y protección de Dios para los oaxaqueños, hombres y mujeres, porque muchas veces los utilizan para su beneficio personal sin recibir nada a cambio, sólo explotación.

“Bendícelos, protégelos, que no los exploten”, rogó.

También rogó a María y a su hijo tocar el corazón de tantas personas quienes en Oaxaca soló se dedican a hacer el mal.

“También sufrimos inseguridad, también sufrimos violencia, también sufrimos narcotráfico, drogas, alcoholismo, que van destruyendo no solamente a la persona sino que va destruyendo a la familia, causando mucho dolor y mucha tristeza. Se destruyen nuestras familias, porque hay personas que se enriquecen dañando el corazón de otros”, agregó.

Suplicó bendiciones por los pueblos originarios de Oaxaca:

“Hay una profunda religiosidad en el corazón de los oaxaqueños, en especial, de los pueblos originarios”, señaló.

Requirió a los sacerdotes de la Arquidiócesis de Antequera no ser injustos con el pueblo, ser grandes servidores y compartir su vida con los fieles.

“Hay muchas injusticias en nuestro pueblo de Oaxaca. Que no seamos nosotros los injustos. Compartan la vida con ellos y seamos felices con ellos, como ellos quieren ser felices con nosotros”, demandó.

Solicitó a Dios y a su madre sus bendiciones con abundantes vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, no sólo a la vida matrimonial, en las familias oaxaqueñas.

“Que de sus familias puedan surgir los sacerdotes de mañana, que tienen que estar en nuestros pueblos. De su familia tiene que salir un sacerdote, dígale a Dios: ‘bendícenos con un sacerdote de nuestro hogar’, no tenga miedo, que no le dé pena que de su familia salga un sacerdote, no se avergüence por ello, no se va a acabar su apellido”, asentó.

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