El obispo de la diócesis de Puerto Escondido, Florencio Armando Colín Cruz aseguró que la Pascua no marca simplemente un momento de la historia, sino el inicio de un cúmulo de acontecimientos.
“Lo estamos viviendo en el corazón del gran gozo de la Pascua del Señor, gozo en la alegría y esperanza que nos permite entender que la muerte no tiene la última palabra, porque al final es la vida la que triunfa”, aseveró.
En su mensaje de Pascua 2023, el pastor religioso sostuvo que esa certeza no se basa en razonamientos humanos, sino en un hecho histórico de fe, porque Jesús, crucificado y sepultado, ha resucitado con su cuerpo glorioso.
“Jesús ha resucitado para que también nosotros, creyendo en Él, podamos tener la vida eterna”, añadió.
De esta manera, subrayó que desde la aurora de la Pascua, una nueva primavera de esperanza llena el mundo, porque desde aquel día la resurrección ya ha comenzado, porque la resurrección es una condición nueva.
“Jesús ha resucitado no porque su recuerdo permanezca vivo en el corazón de sus discípulos, sino porque Él mismo vive en nosotros y en Él ya podemos gustar la alegría de la vida eterna. Por tanto, Jesús de Nazareth, que en el crepúsculo del Viernes fue bajado de la cruz y sepultado, ha vencido la muerte, ha salido vencedor de la tumba y vive”, afirmó.
Por eso, convocó a los sacerdotes de la diócesis de Puerto Escondido, como parte de la preparación del 20 aniversario de su creación, a meditar en la necesidad de caminar juntos, en sinodalidad.
“Recordando, lo que el papa Francisco nos ha dicho que el Señor Jesús resucitado desea tener pastores con olor a oveja y sabemos que en ello se engloba lo que significa el ministerio sacerdotal, nuestro ser de pastores con la misión de ofrecer a Dios los sacrificios por el pueblo y conducirlos a la vida eterna para contemplar su rostro por toda la eternidad”, añadió.
Destacó que Cristo ha extirpado la raíz del mal por la Pascua, pero necesita siempre la ayuda de hombres y mujeres y en todo lugar a afianzar su victoria con las armas de la justicia y de la verdad, de la confianza en su misericordia, del perdón y del amor.
“En un tiempo en que la Iglesia vive una de las más grandes pruebas, por los delitos y antitestimonios de nosotros mismos los cristianos, la criminalidad difundida y marcada en nuestro tiempo, la falta de recursos para muchos, el desajuste financiero, diferentes tipos de pobrezas antiguas y nuevas, de cambios climáticos preocupantes, las violencias y miserias que obligan a muchos a abandonar su tierra, el terrorismo siempre amenazante, los miedos crecientes ante un porvenir problemático e incierto, es urgente descubrir perspectivas capaces de devolver la esperanza”, apuntó.
Ante esto, Colín Cruz llamó a los presbíteros a no cejar en su empeño de seguir dando testimonio del Señor resucitado, especialmente allí donde la Iglesia sufre persecución a causa de su fe y de su compromiso por la justicia y la paz.
