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Excluidos del sismo en Oaxaca, murieron en espera de la reconstrucción

damnificados
Foto(s): Nadia Altamirano Díaz
Nadia Altamirano Díaz

San Lorenzo Jilotepequillo, Santa María Ecatepec, Oaxaca.-A Colón Álvarez Pérez no le alcanzó la vida para esperar a que las autoridades le financiaran la reconstrucción de su pequeña casa de adobe, convertida en un cascarón roto por un sismo de magnitud de 8.2 el 7 de septiembre de 2017.

Nadie con vida recuerda una sacudida tan fuerte ni devastadora. Entre los damnificados por las 120 mil viviendas dañadas hubo todo tipo de inconformidades por el retraso oficial, pero en esta agencia de policía, una de las siete que tiene el municipio de Santa María Ecatepec, 73 familias fueron excluidas y confirmaron que después de una desgracia lo que más pesa es la indiferencia institucional.

Si el camino no fuera agreste, los 208 kilómetros que separan a esta comunidad de la ciudad de Oaxaca se recorrerían en dos horas, pero con las lluvias de estos días el tiempo de traslado se triplica.

Familiarizados con la indiferencia oficial

La mensajería o llamadas desde una aplicación de internet es la única forma de comunicarse si hay buen tiempo, a falta de servicio de telefonía fija y cobertura de telefonía móvil. 

Para el secretario municipal, Hermenegildo Rodríguez Rojas, es quizá es esa marginación lo que facilitó a la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) excluirlos de un censo para cotejar cuántas de las 120 familias enfrentaron algún daño en su vivienda.

“Yo pienso que como somos una zona alejada y no pudieron llegar los apoyos, porque nunca llegaron a contabilizar todos los daños, nosotros bajamos a buscar la ayuda a las dependencias, fuimos a Tehuantepec, a la ciudad de Oaxaca, pero se hicieron de oídos sordos y nunca vinieron a visitarnos”, admite con decepción.

A tanta insistencia, quienes en ese año representaban a la agencia municipal lograron que a cada familia les dieran un folio para que pudieran recibir recursos económicos, pero ninguna institución reconoció que, como en otras comunidades de esta zona chontal, también hubieron daños.

Ese desdén oficial hace pensar a quien visite por primera vez Jilotepequillo que el tiempo se ha detenido en septiembre de 2017, como si el sismo recién haya reventado techos, paredes y pisos.

Lo único distinto en comparación con ese año son letras de gran tamaño con el nombre de la comunidad, levantadas a la orilla de un camino de terracería que sólo permite ver la neblina que oculta cerros y más cerros, porque con el cielo despejado hay oportunidad de mirar parte de la región del Istmo, como Magdalena Tequisistlán.

Claudican

En 2019, antes de que cerraran el acceso a la población para evitar contagios de COVID-19, la insistencia cedió, así como se interrumpió la reconstrucción del templo católico a cuya primera etapa el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) destinó siete millones de pesos.

El tesorero municipal, Patrocinio Ramírez Conde, no recuerda justificación para que el templo quedarse sin techo, con las paredes desnudas y apuntaladas con pilotes de madera. Las campanas siguen en lo alto del campanario porque nadie ha sorteado el riesgo de bajarlas sin provocar un derrumbe.

El edificio de la agencia, donde se improvisó un espacio para las misas, se reconstruyó justificando apoyos para un comedor, porque no hubo respaldo oficial para paliar los daños.

Pero a esta población nada le han servido los ruegos y a mujeres como Amada Aragón, de 85 años, se le ha ido su salud en la angustia de saberse sin casa propia y enfrentar dos parálisis que le dejaron la mitad de su cuerpo inmóvil, incapaz de caminar por sí sola o hacerse entender al hablar.

“Cuando nosotros fuimos a verla en la noche, ya estaba muy mal la casa, ya no era para que la reconstruyeran, llegó el tiempo en que se cayó todo”, recuerda su hija Austreberta Álvarez Aragón, quien se encarga de su cuidado y describe la imagen de su madre sentada en una cama con los escombros recién caídos.

Levantar por sí mismos los escombros de su patrimonio es lo que Palermo Olivero y su esposa Alejandra Morelos hicieron, agradecidos de que esa noche del 7 de septiembre de 2017 se durmieron en su pieza de al lado y no se les cayó el techo de su corredor al salir para resguardarse en su patio, a cielo abierto.

Sus más de 80 años impiden que alguno de los dos tenga las fuerzas para trabajar y juntar el dinero para una reconstrucción de una pieza que ahora tratan de utilizar como bodega, aunque cada que llueve las goteras llenan el piso de agua.

Es la lluvia lo que hace que Antonia Olivera recuerde la noche del sismo, cuando el agua de les corría por debajo de su cama y tenían plena conciencia que era inútil esperar ayuda.

"Era un cuarto nada más, para seis personas y una cocina que era igual de adobe. De una vez se cayó todo, mejor recogimos el escombro y lo reconstruimos de madera, porque de otra manera no se podía”, dice rumiando la tristeza de sólo haberse quedado con una pared en pie, gracias a que era de tabicón.

Tristeza, decepción, angustia, coraje y pena son una mezcla de emociones que junto con su desgracia de saberse los damnificados excluidos, comparten pobladores de San Lorenzo Jilotepequilllo, quienes saben que así como Colón Álvarez o Jacinta Cortés, no les alcanzara la vida para ver que las autoridades intentaron paliar el abandono oficial con el que aquí se vive.

 

 

“Yo pienso que como somos una zona alejada y no pudieron llegar los apoyos, porque nunca llegaron a contabilizar todos los daños, nosotros bajamos a buscar la ayuda a las dependencias, fuimos a Tehuantepec, a la ciudad de Oaxaca, pero se hicieron de oídos sordos". Hermenegildo Rodríguez Rojas, Secretario municipal 

 

“Cuando nosotros fuimos a verla en la noche, ya estaba muy mal la casa, ya no era para que la reconstruyeran, llegó el tiempo en que se cayó todo”. Austreberta Álvarez Aragón, Damnificada

 

 

"Era un cuarto nada más, para seis personas y una cocina que era igual de adobe. De una vez se cayó todo, mejor recogimos el escombro y lo reconstruimos de madera, porque de otra manera no se podía”. Antonia Olivera, Damnificada

 

  Sismo del 7 de septiembre de 2017

Hora: 23:29

Magnitud: 8.2

Epicentro: 133 kilómetros al suroeste de Pijijiapan, Chiapas.

82 personas fallecidas, principalmente en el Istmo de Tehuantepec

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