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El arte libera a presos de la penitenciaría en Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Giovanna Martínez

Giovanna Martínez 

Para muchos hablar de una cárcel es sinónimo de decadencia humana, imaginarse en cuatro paredes sin la convivencia día a día con tus familiares y rodeado de personas que en un principio son extrañas, es algo que muchos se negarían a aceptar. 

Jaime, con apenas un año en la cárcel, asegura que cada Persona Privada de la Libertad (PPL) decide cómo pasará su estancia en esas cuatro paredes. 

“Es un proceso donde te das cuenta que lo que vives es un cambio abrupto, de pasar a ser una persona libre y de repente estar encerrado es un choque fuerte, pero cada persona decide cómo afrontar esa realidad y gracias a los talleres, podemos distraer la mente”.

Para él como para otros de sus compañeros del penal, reflexionar sobre su vida y darle un propósito fue un proceso de redescubrimiento. 

Sistema penitenciario

De acuerdo con datos de la Secretaría de Seguridad Pública de Oaxaca (SSPO) existen 10 centros penitenciarios -incluido el consejo tutelar- en Oaxaca. 

En estos centros, la Subsecretaría de Prevención y Reinserción Social, implementa talleres para la rehabilitación y reinserción social de las personas privadas de la libertad.

De acuerdo con datos del 2021, la población penitenciaria en Oaxaca es de cuatro mil 49 Personas Privadas de la Libertad, de las cuales, tres mil 929 están por delitos del Fuero Común y 120 por delitos del Fuero Federal.

Artista por accidente 

Edgar se desempeñaba como comerciante y por azares del destino, hace diez años ingresó al penal, primero estaba en Ixcotel y después fue trasladado al de la Villa de Etla. 

En un principio estar en un penal le causó depresión, ya que su esposa le pidió el divorcio y se sentía solo, tiempo después conoció a una mujer quien aceptó su situación y decidió estar con él.

“A ella le conté que yo pintaba, pero no era cierto, se lo dije como una mentira piadosa y para tratar de impresionarla, al poco tiempo me regaló unos pinceles, pinturas y un bastidor” 

Para Edgar, esa mentira piadosa hizo que descubriera un talento que desconocía que tenía. Con sus herramientas comenzó a volar su imaginación. 

Poco a poco fue descubriendo su talento tras las rejas y asegura que sus cuadros reflejan la libertad, cielos, estrellas y niños felices rodeados de color. 

“En los cuadros que yo realizó se plasman las vivencias de la vida, mis recuerdos de niños, cuando pinto, mi cabeza trasciende y vuela más allá de estas cuatro paredes, me siento libre” 

Como padre de familia, ve en sus obras un sustento para sus hijos, para sentir que desde donde él esté puede ser parte de su desarrollo. 

Edgar descubrió un talento que pensaba que no tenía, en la actualidad, sus obras se comercializan a través de las redes sociales gracias al apoyo de sus esposa y ha mandado cuadros al extranjero.

“La vida en la cárcel es dura, pero intento que sea más llevadera cuando me siento a pintar y siento que el tiempo pasa y no me siento a contar los minutos que me quedan en el penal, soy un artista y continuaré trabajando a pesar de conseguir mi libertad”, expresa. 

Descubrir lo que me gusta 

Jaime, quien se considera alumno de Edgar, asegura que desde pequeño ha tenido el interés por el arte. 

Con apenas un año en el penal, hace tres meses comenzó a pintar y a la vez coadyuvar con otros internos a reforzar el aprendizaje a adultos mayores que no saben leer ni escribir. 

“Estar en un penal es un proceso donde se vive un cambio abrupto, yo estaba acostumbrado a recorrer las comunidades de Oaxaca y de repente pasó esto, psicológicamente es un choque fuerte, afecta el estado de salud, pero cada persona decide cómo afrontar esa realidad”, expresa. 

En este penal de Etla, existen varios talleres para que las Personas Privadas de su Libertad (PPL) puedan enfocarse en aprender algo que el día de mañana les permita reincorporarse a la sociedad. 

Para Jaime estos talleres y la participación de quienes están en el penal son un motivantes porque son una forma de mostrar lo que pueden hacer y que sus nombres trasciendan más allá de Oaxaca. 

El tiempo en un penal, es como la vida diaria, aseguran algunos, la diferencia, es que el espacio donde ellos habitan son cuatro paredes custodiadas por policías. 

Pero gracias a su imaginación y talento pueden atravesarlas y plasmar sus vivencias y aprendizajes en su arte y sus cuadros. 

Ellos entienden que esto no es el fin, que algún día estarán afuera y se integrarán a la sociedad con un talento desarrollado y buscando nuevas oportunidades.
 

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