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Cadena de bondad en Oaxaca: compartir alimentos y esperanza de corazón

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Foto(s): Citlalli López Velázquez
Citlalli López Velázquez

En medio de una experiencia hospitalaria difícil, Yesenia y su esposo enfrentaron no solo la lucha por la salud, sino también las adversidades del hambre y el frío. Sin embargo, lo que pudo haber sido un período oscuro se iluminó gracias a la generosidad de desconocidos que les llevaron alimentos. Esta experiencia no solo marcó un punto de inflexión en sus vidas, sino que también inspiró a sumarse a una cadena de bondad. 

La iniciativa surgió de José Luis, amigo de Yesenia, quien, a través de una convocatoria en su cuenta de Facebook, logró la pronta respuesta y apoyo de varias personas. Aunque la ayuda podría parecer sencilla, implicó un trabajo considerable, desde el ahorro para comprar los insumos hasta la cuidadosa elección de alimentos para una entrega eficiente y organizada hacia las personas que esperan fuera del Hospital Civil "Doctor Aurelio Valdivieso".

"Hacemos realmente la lucha porque surgió esta iniciativa al tener amigos que han estado en hospitales y nos cuentan cómo echan la mano de una u otra forma. Así que decidimos comenzar a apoyar a quienes lo necesitan, a aquellos que, debido a limitaciones económicas, no pueden tener siquiera un bocado al día", explica José Luis.

 

 

Una labor solidaria

La primera incursión en esta labor solidaria fue un desafío, pero las satisfacciones superaron las dificultades. Ver la gratitud en los rostros de aquellos a quienes ayudaron y recibir agradecimientos sinceros se convirtió en una recompensa invaluable. 

Y es que al ser pilar fundamental en la red hospitalaria de los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO), el hospital Aurelio Valdivieso brinda más de un millón de atenciones que anualmente, lo que se traduce en que día y noche hay personas que pasan días y hasta semanas a la espera de la recuperación de sus pacientes. Para mucho, un cartón y una cobija son sus únicas pertenencias para enfrentar la espera. Comer se dificulta aún más porque llevan sobre sí el desgaste económico.

"Sentirnos parte de algo más grande, ver a otros con una sonrisa que a veces es escasa en el hospital, eso es un pago grande para nosotros. Puede marcar la diferencia entre comer ese día o no comer nada", añade José Luis.

 

 

Un llamado a la comunidad

La iniciativa no solo es una acción puntual, sino también un llamado a la comunidad para unirse y extender la cadena de bondad. "No venimos de ningún partido político ni asociación. Es algo que surgió y que, gracias a la colaboración de amigos, pudimos llevar a cabo", destaca con alegría en cada una de sus palabras.

En esta primera intervención, el grupo logró llevar 80 tortas de tamal a personas que esperan buenas noticias de sus pacientes. Aunque la meta inicial era de 100 tortas, la iniciativa aún logró marcar la diferencia para aquellos que las recibieron.

Aunque es invierno, el sol golpea con fuerza. Aun así, nada detuvo al grupo de amigos conformado porJosé Luis, Jesica, Yesenia, Alejandro y Daniel. La mañana apenas iniciaba. Muchos de los familiares de pacientes no habían probado bocado alguno, así que el recibir una torta calientita fue reconfortante.

Yesenia comparte: "Hace como 15 días estuve hospitalizada y ayudaron mucho a mi esposo. Yo le comenté: voy a ir porque a nosotros nos echaron la mano, y ahora nosotros también ponemos nuestro granito de arena. Mi esposo estuvo aquí por varios días esperándome y me comentó que llegaban varias camionetas a repartir comida, café y por eso dije: ahora nos toca a nosotros ayudar”.

 

 

Una experiencia satisfactoria

Para ella, la experiencia fue satisfactoria. Ver cómo disfrutaban la comida, le anima a seguir con esta labor más adelante. 

“Nosotros nos pusimos en su lugar porque hemos estado tanto adentro como afuera en algún momento; entonces sabemos lo que representa tener hambre y que alguien te tienda la mano”, agrega Jesica.

Quejarse es para muchas personas lo más fácil, sin embargo, son pocas las que pasan a la acción. Así, la cadena de bondad de José Luis y sus amigos es un recordatorio de cómo un pequeño acto puede tener un impacto significativo en la vida de aquellos que enfrentan dificultades. En un mundo donde a menudo se destaca lo negativo.

Para don Rosendo, quien espera a su paciente desde hace cuatro días, el alimento que les brindaron esta mañana quizá sería el único, pues al vivir en un municipio de la Costa, no cuenta con familiares que le puedan brindar los alimentos. El dinero con el que viajó era poco y se fue en la compra de insumos que le requirieron para la atención de su familiar.

 

 

Dormir en la calle...

 

La mayoría de las personas que son atendidas en el hospital doctor Aurelio Valdivieso son de bajos recursos, en muchos casos dentro de la línea de la pobreza. Debido a que no se cuenta con un albergue, tienen que dormir en la calle o en las jardineras del hospital.

“Para los que estamos aquí es muy difícil porque estamos pensando cómo estará nuestro paciente. No estamos aquí por gusto y a veces nos tratan mal los guardias, nos corren de la entrada, pero como en todo, también hay gente buena que se toca el corazón y se desprende de lo que tiene para darnos a personas que para ellos somos desconocidos, eso se valora más porque habla de la bondad de su corazón”, indica.

 

"Sentirnos parte de algo más grande, ver a otros con una sonrisa que a veces es escasa en el hospital, eso es un pago grande para nosotros".

José Luis

 

"Mi esposo estuvo aquí por varios días esperándome y me comentó que llegaban varias camionetas a repartir comida, café y por eso dije: ahora nos toca a nosotros ayudar".

Yesenia

 

“Nosotros nos pusimos en su lugar porque hemos estado tanto adentro como afuera en algún momento; entonces sabemos lo que representa tener hambre y que alguien te tienda la mano”.

Jesica

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