Museos que son excepciones

Las excepciones son recintos como el Museo del Desierto, de Coahuila, que ha recibido el Certificado en Calidad Ambiental Turística entregado por Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), entre otros reconocimientos por sus labores de conservación, pero una certificación como tal para museos sustentables no existe en el país, previene.

"Centrada en la realidad del país y de la región de América Latina diría que esta posibilidad de desarrollar museos de sustentabilidad ambiental requiere no solamente de recursos, sino también de esfuerzos y de voluntades, porque muchos de nuestros museos están en edificios históricos que han sido adaptados, no son edificaciones construidas bajo los criterios de sustentabilidad".

Espacios de los años 60 y 70

"Muchos de nuestros espacios fueron construidos en la década de los 60 y los 70, por ejemplo el Nacional de Antropología (MNA) o el de Arte Moderno (MAM), y su adaptación implica grandes inversiones para hacerlos edificios sustentables".

"(Aunque) en este momento nos ocupamos también de otras realidades sustentables, que muchas veces no tienen que ver con las medioambientales, pero que impactan a las comunidades, como las narrativas sustentables, la inserción de comunidades antes no vistas en el museo: eso también es sostenibilidad", enfatiza.

Museos, como el Nacional de Arte (Munal), el de las Culturas del Mundo, el de la Estampa (Munae) o el de San Carlos se alojan, por ejemplo, en edificios de siglos pasados, cuyas intervenciones deben acatar normativas patrimoniales.

"Son Monumentos Históricos y tienen que respetar y conservar la propia edificación", explica Gil, exdirectora del Centro Nacional de Conservación y Registro de Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam) del INBAL.

"Para hacerlos sustentables tendrían que obtener una gran cantidad de recursos y sobre todo (diseñar) una planificación orientada hacia ese ámbito: los recursos económicos están vinculadas a una planificación para un desarrollo museal sustentable.

"Hemos avanzado en algunos museos, con avances como la colocación de celdas solares o la búsqueda de la sustentabilidad en cuanto a la energía, pero al ser edificios que fueron construidos siglos atrás es complicado adaptarlos, no imposible, pero requiere mucho esfuerzo económico y una planeación de desarrollo museal sustentable que en este momento no está presente".

El presupuesto, siempre un tema

Con respecto al presupuesto y los objetivos en sustentabilidad, trabajadores del INBAL consultados por Reforma adscritos a recintos capitalinos ofrecen panoramas dispares.

Mientras personal del MAM, construido en 1964 en Paseo de la Reforma y Gandhi, destaca los recursos que ha recibido como parte del Proyecto Chapultepec para el mantenimiento de jardines y áreas verdes, mejoramiento de iluminación, climatización y seguridad, con la aplicación de tecnologías recientes, empleados del Munae señalan escasez de fondos que les obliga, por ejemplo, a depender del área verde circundante para mantener la humedad del recinto fundado en 1986 en un inmueble decimonónico.

 "A nosotros nos ayuda mucho el jardín al proveer cierta humedad y controlar un poco la temperatura, porque en este recinto es difícil colocar aire acondicionado y además disponemos de pocos recursos económicos", dice un trabajador del espacio, el cual recicla, en la medida de lo posible, el papel antiácido requerido para la conservación de la obra, y cuando la temperatura se eleva demasiado recurren a humidificadores, que consumen electricidad extra pero son necesarios para preservar las piezas.

Además, señala, se tiene previsto instalar un nuevo sistema de iluminación led. El Munae carece de sensores de luz y ésta debe permanecer prolongados periodos de tiempo para que los visitantes aprecien la obra.

"La realidad es que un museo sustentable en un edificio antiguo es complicado, pero nos ayudan las medidas mencionadas".

Más renovado, el MAM requiere, sin embargo, de otras medidas: adoptar energías renovables, por ejemplo, para hacerlo más sustentable, y que el tema del impacto ambiental trascienda las administraciones, pues con cada una las prioridades cambian, señala el empleado.

Sustentabilidad

No obstante, los espacios museísticos pueden también desarrollar programas de operación sustentables en diversos frentes, y con pocos recursos, como el que comenzó a aplicar recientemente el Museo del Palacio de Bellas Artes. Hernán Troyo, diseñador industrial, quien participó en el pasado Seminario del Centro de Diseño para la Sustentabilidad, que alberga la UAM Azcapotzalco, detalló en dicho encuentro algunas medidas aplicadas por el recinto, entre ellas:

 - Implementación de materiales biodegradables y reutilizables dentro de las exposiciones.

 - Instalación de sistemas ahorradores de iluminación y climatización.

 - Planeación que permita reducir viajes de proveedores.

 - Disminución de materiales impresos, por ejemplo lista de obra, y privilegiar los formatos digitales.

 - Reutilización de muros museográficos.

Más allá de lo ambiental

Es importante trabajar en la sostenibilidad, la dimensión ambiental, pero también en la social, la económica y la cultural, destaca Gil.

"Necesitamos estos cuatro elementos para obtener una sustentabilidad, y la economía se ha visto muy golpeada a partir de la pandemia. Muchos artistas y creadores fueron afectados económicamente: ¿Qué pasa con el bienestar? El bienestar está vinculado no solamente a la sostenibilidad, sino también al crecimiento social, al desarrollo social y a la salud mental.

"El Día Internacional de los Museos se enfoca en cómo estos espacios contribuyen a mejorar el ámbito de la salud mental".

Por ello, "Sustentabilidad y bienestar" es lema de la celebración este 2023.

Los museos, añade Gil, constituyen instituciones resilientes que, a pesar de los recortes económicos, catástrofes y riesgos sanitarios, resisten y producen nuevas narrativas y programas constructivos acordes con los tiempos.

"Fuimos de las pocas instituciones que realmente resguardaron una memoria y tuvieron una actividad constante durante la pandemia (de COVID-19). Nuestros museos ayudaron en el ámbito de salud mental, porque nos ayudaron a salir del encierro y a conectarnos con otros mundos".

Las narrativas sustentables contribuyen además al bienestar social y mental al visibilizar el desarrollo cultural y el discurso de comunidades históricamente discriminadas, como las indígenas o las LGBT+, puntualiza Gil.

Y promueven además el vínculo de las comunidades con sus propias instituciones culturales.

 "Creo que eso es un logro. Estamos atrasados en la parte de hacer los museos sustentables, ambiental y económicamente -ha sido difícil en nuestra región-, pero en la parte que tiene que ver con la vinculación de la salud mental, estamos buscando dar voz a comunidades que no la han tenido en estos espacios", puntualiza la especialista, quien invita al público a visitar los recintos culturales en mayo, el mes que los reconoce, y regresar todo el año.

Los recintos del país han organizado más de 500 actividades con esta temática para todos los públicos.