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Oaxaca vive; Donají, la leyenda

Foto(s): Cortesía
Redacción

Una historia de amor, sacrificio, hermandad, sangre y muerte se presentó imponente y conmovedora ante más de 11 mil personas la noche de ayer.


Donají, la leyenda, espectáculo de danza con 82 personajes en escena mostró ante los espectadores la historia de una heroína zapoteca, recordada en el Escudo de Armas de Ciudad de Oaxaca.


El evento, que ya es esencial en las fiestas de la Guelaguetza e inherente a la historia y cultura del pueblo oaxaqueño fue presenciado por ciudadanos, turistas, extranjeros, artistas y público en general; por miles de personas presenciaron emocionadas el dominante espectáculo de luces, danza y arte escenificado anoche en el auditorio Guelaguetza.


Larga espera


Eran apenas las 14:00 horas y centenares de personas yacían ya a las afueras del Auditorio Guelaguetza para alcanzar un buen lugar y ver a los danzantes salir al escenario en punto de las 20:45 horas.


Al anochecer todo era una tertula; las filas se veían por doquier. Personas corriendo de un lado a otro buscando por donde acceder. El tiempo avanzaba y la posibilidad de perderse unos minutos del espectáculo era el temor de los visitantes.



Adentro, los espectadores comenzaban a desesperar. Habían pasado ya 15 minutos de la hora esperada y las luces aún permanecían encendidas, la desesperación comenzaba a dominar el ambiente.


Incienso en el Guelaguetza


Empero, de un momento a otro las luces se apagaron. El olor del incienso comenzó a penetrar. El sonido de los caracoles llamaba al silencio, a la meditación y al esmero. 


El centro del escenario se volvió punto de reunión de danzantes interpretando guerreros indígenas. Donají, la leyenda, había comenzado.


Era el año 1501. Donají, “alma grande”; mujer zapoteca y guerrera de sangre fue ofrenda de paz para el porvenir de su pueblo.



“Mixtecos y zapotecos se disputan pueblos igualmente, fuertes sabios y poderosos.”



El rey Cosijoeza, soberano de la ciudad de Zaachila, entregó al sacerdote Tiboot de Mitla el destino de Donají, a quien le auguró el sacrificio por su pueblo.


La historia de amor


Donají conoció a Nucano, príncipe mixteco, cuando fue hecho prisionero por los zapotecas.


Los dos libres y enamorados, defendieron y lucharon por la paz, por el bienestar y la hermandad. Pero había un vaticinio, un auguro que se tenía que cumplir.


Los guerreros mixtecas pidieron que Donají entregará su sangre y se convirtiera en prenda de paz. Y así, ver cumplida la palabra de los antepasados. Pero Donají no quería eso, Donají quería vivir y seguir en pie.



"Donaji lloró, ya no iría más a pedir a los dioses por su patria; no andaría más por las tardes de junio por la laderas del monte recogiendo azucenas. Donají derramó su llanto con toda la ternura de su corazón"



Los guerreros mixtecos atacaron a los zapotecas en Zaachila. Y, para terminar la guerra, tomaron a la princesa Donají como rehén de paz, como tenía que suceder, como decía la historia.


Así pues, los hermanos, la sangre de Donají se armó de valor y luchó.



Pelearon los pueblos poderosos en Monte Albán. Los mixtecos huyeron, no sin apoderarse de la princesa del alma grande.


La tragedia se cumple


Donají fue decapitada y la palabra de los dioses convertida en realidad. Los pueblos vivieron en paz. Donají había entregado su vida por amor a su pueblo.


"El huipil manchado de la madre, por la sangre de sangre derramada"



La muerte, la tristeza, el amor y la hermandad dieron cierre al espectáculo previo a los Lunes del Cerro en Oaxaca.


El espectáculo que dirige Fernando Rosales García, y que reúne a más de 85 artistas en escena del Ballet Folclórico de Oaxaca cumplió ayer 36 años en escena.


Las ovaciones de pie, los aplausos, la festividad y alegría se adueñó del Auditorio Guelaguetza.


Todos querían subir y acercarse a los protagonistas, a los danzantes de Oaxaca, a los enaltecedores de la cultura y tradición.

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