Zoila José Juan, comunera y dirigente social de San Juan Guichicovi no puede contener la risa cuando se le cuestiona sobre la efectividad de la participación de las mujeres en los procesos electorales y su representación política.
-¿No las están imponiendo en los cargos a fin de que los hombres no tengan problemas para la validación de la elección en los municipios?
-Jajajajaja. De repente así es, pero creo que ahí vamos poco a poco, respetándose el derecho de las mujeres y la igualdad de género, porque lo que buscamos es la igualdad, en cualquier ámbito, desde la casa hasta en los cargos públicos.
Con el cabello entrecano, la cara morena, los rasgos indígenas de pómulo sobresaliente, labios gruesos y nariz aguileña bien marcados, recuerda que, a pesar de todo, “anteriormente era más difícil, se respetaban menos los derechos de las mujeres”.
“Hoy en día así se ve, como lo menciona, así es, de repente nos utilizan para cubrir (los requisitos), pero a veces en ese cubrir uno va agarrando valor, esa fuerza, porque hay otros lugares y regiones en la que los compañeros todavía tiene esa visión de que las mujeres no podemos hacer el trabajo en las instituciones o no podemos desempeñar un cargo”.
Ataviada con una falda de color gris, una blusa de satín bordada con líneas delgadas y huaraches de cuero, subraya que las mujeres en las comunidades desempeñan muchos cargos, pero no se les reconoce. “Nosotros participamos en los comités escolares, de salud, del templo, en las mayordomías, entre otros, y ahí hay muy poco hombres, entonces ¿qué pasó?”.
La mujer que antes de llegar al Congreso del estado fue lavandera, vendedora de productos agrícolas y totopo, rememora que comenzó a participar en los asuntos de su comunidad Boca del Monte, San Juan Guichicovi, como ejidataria. “Mi abuelo me cedió sus derechos como ejidatario y ahí comencé a participar”.
-Pero los campesinos son los más renuentes a la participación de la mujer…
-Sí, si. Pero ahí fue la participación, después fui dos veces tesorera de la agencia municipal y dos veces tesorera del comisariado ejidal; luego fui integrante del consejo de vigilancia del ejido y mucho después me fui a la organización Unión de Comunidades de la Zona Norte del Istmo (Uzisoni) como integrante de la comisión de la mujer. Salí de ahí para formar el Centro para lo de Derechos de la Mujer Naaxwiin, que trabaja sobre el tema de la violencia de género.
Comenta que no es abogada pero en esa organización le tocó atender los asuntos jurídicos, “porque me gusta ser entrona, la defensoría, el acompañamiento y traducción, ya que nosotros hablamos pura lengua mixe”.
Añade que posteriormente participó en el área de la mujer en el municipio de San Juan Guchicovi y, más tarde, el PRD la postula como candidata a diputada local. “La propuesta la hicieron los compañeros pero yo no quería porque no soy política, yo me dedico más a la capacitación, al trabajo organizativo”.
Con dificultades para expresarse en español, dice que tampoco quería participar en ella la elección porque se necesita dinero. “Se necesita mucha lana para la campaña y todo, pero gracias a Dios participé y gané, a pesar de que siempre pensé que nunca iba a llegar”.
-¿Y en el Congreso que tan difícil es ser mujer?
-Pues mucho, porque uno quisiera hacer mucho a favor de las mujeres pero no hay mucha coincidencia con los hombres, también ahí se debe tener paciencia. Sí es difícil pero también es necesario tener paciencia, para avanzar poco a poquito. Falta mucho, pero poco a poco venceremos.
LA DISCRIMINACIÓN
En el 2013, recién llegada al Congreso estatal Zoila José Juan denunció desde la tribuna camaral que una trabajadora del Poder Legislativo le negó el acceso a los sanitarios por su evidente condición de indígena.
