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Bajo el puente Bicentenario de Oaxaca, con el agua al cuello

Foto(s): Cortesía
Citlalli López Velázquez

Los automóviles avanzan lentamente antes de llegar a la hondonada que la lluvia formó bajo el puente Bicentenario sobre Riberas del Atoyac. Frente a la laguna no hay tiempo de titubeo. Los vehículos se lanzan a desaparecer entre los baches cubiertos por agua lodosa.


El ruido que se desprende en su marcha avisa del golpe en la defensa. El rostro del automovilista lo confirma. “Esto no es posible, cada temporada de lluvia es lo mismo y no hay una acción preventiva”, protesta Javier, un automovilista que todos los días pasa por la zona, en su ruta de casa al trabajo.


Su automóvil, un compacto 2014, apenas alcanzó a cruzar, pues otro de los riesgos es que se apague el motor y después de eso... ¡a empujar!



Las unidades pesadas de motor pasan entre tambaleos y brincos, sobre el paso a desnivel. FOTO: Román Carlos

“Imagínese, tanta agua y nada de que arreglan el camino. A inicios de año también estuvo así, pero como las quejas se quedan en eso, quejas, pues no se hace nada por solucionar”, indica con indignación y enojo.


Improvisados trabajadores


La inundación apareció con el inicio de la temporada de lluvia. Unos 50 metros antes de llegar a esta trampa que podría ser mortal, un viejo señalamiento de tránsito advierte de una desviación habilitada por un grupo de jóvenes que viven bajo el puente.


“¡Seguimos trabajando para que no se dañe su vehículo, habilitamos el camino, tapamos los baches!”, explica uno de ellos, quien asegura ser ayudante de albañil, pero que ante la contingencia en el lugar, realiza acciones de bacheo a cambio de la cooperación voluntaria.


Su brazo hace círculos en señal de agilización del tránsito vehicular; con la otra mano sostiene un recipiente en donde los automovilistas cooperan uno, cinco o diez pesos, dependiendo de la benevolencia de cada automovilista.



Personas que viven bajo el puente Bicentenario realizan labores de habilitación de caminos. FOTO: Román Carlos

Algunos sólo pasan refunfuñando, moviendo la cabeza en señal de desaprobación de lo que ocurre con la vialidad. Otros dan su cooperación y siguen adelante como habituados a esta escena.


Del otro lado hacia la orilla del río en donde se levantan montañas de cascajo y tierra, otro hombre de aproximadamente 30 años, lleva y trae paladas hacia los huecos para aminorar la afectación a los vehículos.


“La cooperación es voluntaria, seguimos trabajando para que no se dañe su auto”, continúa anunciando el improvisado agente de tránsito.


Alrededor no hay elementos oficiales o algún otro trabajador vial que busque una solución al riesgo que representa la inundación en la importante arteria.


La desviación que corre sobre la ribera del río está destinada únicamente al paso de los automóviles compactos. Los tráileres y autobuses urbanos corren por la vía inundada entre tambaleos, brincos y riesgo de voltearse.


Hoyos y más hoyos



Improvisados "agentes de tránsito" advierten del riesgo. FOTO: Román Carlos

“Ayer aquí estaba el tráiler y nada más lo vimos cómo se hacía de un lado, del otro y que se queda atascado. Tuvo que ser jalado por otro tráiler porque nada más ni para atrás ni para adelante”, explica Miguel, cargador del mercado de abasto, quien se unió a las labores de advertencia de riesgo.


-¡Pásele, pásele, aquí sí hay paso!- indica con amabilidad.


-¿Esto pasa siempre?


-Desde que yo me acuerdo, siempre es así. Aquí hay muchos hoyos, entonces si por ejemplo en el caso del tráiler viene vacío no pasa nada, pero si va cargado, se atora– el hombre retuerce el cuerpo ejemplificando las peripecias del vehículo al cruzar.


-¿Y no llega personal de gobierno a reparar aquí?


-No, qué va a ser, nosotros traemos palas y palas con tierra para tapar los hoyos; pero del lado del encharcamiento a dónde, no vemos. En donde vemos los huecos echamos tierra, arena, lo que sea para tapar.


Desde hace 13 años trabaja en el mercado, por lo que afirma que la situación siempre es la misma. Todos los años se inunda, a veces más a veces menos.


Vía rápida, paso lento


Debido a que esta arteria comunica a la central camionera con el Parque del Amor, sobre su paso circulan cientos de vehículos que se han visto afectados. En la parte de arriba, el puente "Bicentenario de la Independencia" sirve de conexión a la Prolongación de Nuño del Mercado, y San Juanito, agencia municipal de Oaxaca de Juárez.


Las lluvias llegan a ocasionar que el nivel de agua sobre el paso a desnivel suba hasta medio metro. En esta ocasión, debido a que el temporal calmó un poco, la elevación no supera los 40 centímetros.


Uno de los integrantes de este grupo de personas que habitan bajo el puente Bicentenario conocido como el “malillas”, denunció que esta situación es consecuencia de toda la basura que los mercaderes de la Central de Abasto tiran por las orillas de la carretera y cuando llega la temporada de lluvias, el agua arrastra todo lo que encuentra a su paso.


En otros años, este mismo grupo de personas ha intentado sacar el agua a cubetadas. En éste, la solución que encontraron fue abrir un paso alterno sobre el bordo del río que se ubica en un nivel más alto que el de la vialidad.



Un camino provisional fue abierto sobre la ribera del río. FOTO: Román Carlos

Camino de pesadilla


Para quienes transitan sobre esta zona, el camino se ha vuelto una pesadilla. Hay quienes no se atreven a pasar y buscan un camino alterno. “A veces ya nos da miedo. Ahorita no porque hay mucha gente, pero por la noche sí es más complicado porque regularmente en esta área se reúnen varios hombres a tomar o no sé que cosas hagan”, señaló una automovilista.


A demás de la inundación las afectaciones se extienden por varios kilómetros sobre las riberas. La vialidad fue pensada como una ruta de desfogue rápido, pero en las horas pico, con los cráteres abiertos y encharcamientos por todos lados, se hace un cuello de botella.


Las afectaciones ocasionadas a los vehículos debido a la mala condición de las vialidades, debe ser solventado por las autoridades de gobierno, ya que la rehabilitación de las calles es un trabajo que les compete, opinan los conductores.



Cráteres cubren la vialidad. FOTO: Román Carlos

En otras partes del país, los daños a los automóviles ocurridos al transitar por una vía pública ameritan una indemnización. “El pago de nuestros impuestos debe garantizar que tengamos derecho a transitar de manera segura y en calles en condiciones para ello”, expuso Noel, quien es profesor y automovilista.

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