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Artesanos, los excluidos de Arrazola

Foto(s): Cortesía
Redacción

SAN ANTONIO ARRAZOLA.- Detrás de la magia de un alebrije se esconden miles de historias de cada artesano; esfuerzos, alegrías y hasta nostalgia son plasmadas en cada pieza.


En cada una de estas figuras multicolores también se esconde la lucha incansable de sus creadores, quienes en esta comunidad lidian por no dejar morir este bello oficio, ante la falta de un mercado para exponer y vender, así como la ausencia de turismo en casi todo el año.


Corre la segunda semana de vacaciones y los visitantes a esta agencia del municipio de Santa Cruz Xoxocotlán se cuentan con las manos. La presencia de cientos de turistas durante la semana pasada, sólo quedó como una buena experiencia.


Venta improvisada




La antigua casa de las artesanías. FOTO: Giovanna Martínez

El sol del mediodía comienza a arder en la piel. El silencio habitual de la comunidad se rompe de vez en cuando con el grito “¡Aquí hay piezas!” “¡Por acá hay más figuras si gustan ver!” de algunas mujeres desde sus pequeños talleres y negocios.


Desde hace cuatro años, los artesanos tuvieron que salir de la Casa de Artesanías del pueblo, el único espacio con el que contaban para venderr sus piezas; a partir de ese tiempo a la fecha, este lugar que se ubica frente a la plaza principal, alberga al Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Oaxaca (Cecyte).


“Lo importante es que nuestros hijos y los jóvenes de la población tengan estudios”, indica Alejandra Jiménez, quien desde hace 30 años talla y pinta alebrijes.



Con la esperanza de que más turistas lleguen hasta aquí, la mujer instala una mesa afuera de la antigua casa de artesanías para exponer sus piezas. Para darse publicidad coloca un letrero escrito por ella misma sobre una cartulina fluorescente, sobre un gran alebrije que acomodó con cuidado en las escaleras de acceso al patio del recinto.


Ella es una de las afectadas con el retiro de los artesanos de esta casa; ahora sólo aprovecha las temporadas vacacionales para vender en la feria que se instala en la agencia.


Alejandra cuenta que desde que abandonaron el inmueble, cada artesano buscó el espacio para continuar con su trabajo; la mayoría rentó negocios en el cuadro principal de la comunidad, por lo que sólo en esa zona se concentran los turistas.


En su caso, su domicilio se ubica a 10 minutos del centro, donde los visitantes no llegan ni llegarán para ver sus piezas; es por eso que debe improvisar su venta. Para sobrevivir el resto del año, ella y su esposo elaboran pan y postres.


Entre caminos difíciles




La bienvenida a la población es más amena que el resto del camino. FOTO: Giovanna Martínez

Llegar a esta agencia es recorrer una serie de colonias en las que el olvido de las autoridades y descuido de sus habitantes por mantener una mejor imagen, es evidente.


Lo nuevo en el camino, del centro de la cabecera municipal a la agencia, son los anuncios oficiales de “Ruta mágica de las artesanías” que te conducen hasta este lugar.


Aunque al llegar a Arrazola la imagen es más agradable, postes de luminarias pistados, jardines cuidados, el trayecto previo es adornado por una capa de polvo.


Por la otra ruta, de Monte Albán para Arrazola, conocida como camino de los Ibáñez, es peor.


Petra Hernández comenta que además de ser un camino de terracería, el trayecto es conocido como zona de asalto. “Al llegar al río, pasar por carrizales, ahí hasta bajan de los coches a la gente, no es nada recomendable”.


Sin embargo, es por esta ruta por la que decenas de autobuses turísticos toman para llegar a la comunidad, luego de una visita por Monte Albán.


En este sentido, ella, como Héctor Sánchez, demandaron a las autoridades municipales vigilancia y mayor cuidado de las vías, de preferencia pavimentar la ruta alterna.


Publicidad propia




Improvisan anuncios para atraer las ventas. FOTO: Giovanna Martínez

Con más de 30 años en el oficio, Rigoberta González ha visto crecer con esfuerzo el taller familiar en el que trabaja con sobrinas, hermanos y cuñados. Los clientes con los que cuenta los han adquirido por cuenta propia.


Poco le deben a las autoridades respecto a la labor que han hecho para salir de la ciudad y promocionar sus piezas.


La artesana considera que a diferencia de ellos, los compañeros del municipio de San Martín Tilcajete, tienen mayores apoyos de parte de los diferentes gobiernos.


“Puede ser porque allá es cabecera municipal y aquí somos agencia y debemos esperar a que el municipio nos mande los recursos”, refiere la artesana Cristina, quien renta un local para vender sus piezas, de lo que a veces obtiene sólo para la renta y para comer, casi nada para invertir.


Revendedores




La reventa de piezas continúa, acusan artesanos. FOTO: Giovanna Martínez

“La competencia no son los artesanos de Tilcajete, la competencia son los revendedores”, señala la artesana Petra Hernández, quien desde hace casi 40 años adoptó este oficio tras casarse con un artesano por herencia familiar.


Ella detalla que muchas personas llegan a comprar varios para después, supone, revenderlos en otro sitio sin tener que esforzarse por el trabajo de cortar, tallar y decorar.


Así también, a veces los comerciantes buscan las piezas en blanco para pintarlos. “Si ellos compran una pieza en blanco, lista para pintar, en 300 pesos, la venden en 600 y hasta 700 pesos, eso sí es competencia desleal para quienes participamos en todo”, expresa resignada.


Celosos de sus creaciones




Cada pieza es única. FOTO: Giovanna Martínez

Héctor Sánchez refiere que entre los mismos artesanos de la comunidad protegen sus piezas para no ser “copiadas”, pues en cada taller se crean nuevos modelos, formas y texturas en las que plasman su arte.


Comenta que esto es importante para conservar la originalidad de sus creaciones.

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