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Alebrijes esperan a visitantes

Foto(s): Cortesía
Redacción

SAN ANTONIO ARRAZOLA, Xoxocotlán, Oaxaca.- El talón de Aquiles para los artesanos siguen siendo las marchas y todo tipo de manifestaciones que ahuyentan al turismo, porque ellos, "con la finalidad de fastidiar al gobierno, terminan afectándonos a nosotros gravemente", aseguró Sergio Santiago Ibáñez, que desde hace 30 años trabaja los alebrijes en esta localidad de los Valles Centrales.


Sin embargo, los maestros artistas, como prefieren ser llamados, no se han quedado estáticos en la creación de las mágicas figuras y por el contrario, siguen evolucionando creando otro tipo de piezas que pueden ser de uso cotidiano, pero que decoran con el mismo estilo y color de los alebrijes.


 


Un colibrí desarmable. FOTO: Emilio Morales Pacheco

 


Diversifican sus obras


Entre este tipo de objetos podemos encontrar tenis converse y vans con espectaculares diseños y 100 por ciento lavables, accesorios de dama como aretes, collares, pulseras y diademas, así como gorras, sandalias, muebles, lámparas de mesa, entre muchos otros.


De acuerdo con datos extraoficiales, se calcula que al menos el 50 por ciento de la población económicamente activa de esta agencia municipal se dedica a realizar alguna de las actividades que dan forma a los alebrijes, desde la selección de troncos, hasta el tallado y pintado de las figuras; esto significa que existen familias que se dedican a una sola actividad, por lo que no es común que un artesano realice todo el proceso, aunque sí los hay.


Contrario a lo que se pueda creer, no es común que las redes sociales se usen como un escaparate para la venta, aunque sí sirven para promoción; lo ideal es que se compren de manera directa con los productores, ya que ver la obra en vivo produce un sentimiento de atracción a primera vista.
 


Origen de los alebrijes


Según la versión más aceptada, se dice que en 1936, Pedro Linares, un cartonero del mercado de La Merced en la Ciudad de México, enfermó gravemente y en sus sueños vio a extrañas criaturas que posteriormente confeccionó en cartón y las pintó como él las había visto, para que el mundo las conociera y ahí inventó los alebrijes, palabra que también había escuchado en su inconsciencia.


A partir del sueño que tuvo en 1936, Linares comenzó a diseñar figuras extrañas y coloridas con alas, cuernos, colas, colmillos y demás. Esas esculturas fueron descubiertas por sus primeros clientes, que eran maestros pirotécnicos, y luego por la cineasta Judith Bronowski, quien dio a conocer a nivel mundial la historia de los alebrijes y al maestro Pedro Linares López a través de un documental que ella misma produjo y dirigió.


 



Un alebrije gigante puede tardar hasta dos años en concluirse, pero también alcanzar un costo de 50 mil pesos. FOTO: Emilio Morales Pacheco

 


Génesis oaxaqueña


En Oaxaca son populares los alebrijes tallados en madera de copal. La elaboración de estas artesanías es la base de la economía de los poblados de San Martín Tilcajete y San Antonio Arrazola, donde numerosas familias trabajan en la talla de figuras que luego colorean con pintura vinílica y comercializan en las plazas, mercados y talleres de la región.


El alebrije de Oaxaca es una combinación de la tradición de talla de madera de la región y la técnica creada por Linares. Esta artesanía se introdujo en la zona de Oaxaca en la década de 1980, gracias a la realización de un taller de demostración llevado a cabo en los Estados Unidos. Dicho taller fue organizado por Judith Bronowski y contó con la participación de Manuel Jiménez y la artesana textil María Sabina, ambos originarios de Oaxaca. Los diseños de Linares se adaptaron a la técnica de tallado de madera de copal, pues esta técnica era la dominada por los artesanos de la región. La adaptación del alebrije fue perfeccionada por Manuel Jiménez, oriundo de San Antonio Arrazola.


Después de la adaptación de Jiménez, el alebrije se adoptó como artesanía tanto en San Antonio Arrazola como en San Martín Tilcajete y La Unión Tejalapan. La producción de alebrijes favoreció con desarrollo económico a la región, pero también generó problemas como la deforestación de los árboles de copal. El problema de la deforestación se ha tratado de compensar mediante planes de reforestación que no han sido del todo exitosos.


Entre los artistas destacables de la región de Oaxaca se encuentran Manuel Jiménez, Pascual Santiago, Jacobo Ángeles, Martín Sandiego, Julia Fuentes y Miguel Sandiego.


 



Las “chiplujas” o lechuzas son las piezas más solicitadas. FOTO: Emilio Morales Pachecho

 


Artículo artesanal


Es importante mencionar que el alebrije es un artículo artesanal porque es único y no se puede repetir en un molde puesto que si así fuera dejaría de considerarse una artesanía como tal, dentro del grupo denominado de los alebrijes. El artesano moldea su trabajo y lo que le va añadiendo paso a paso determina su valor.


La tradición inició en esta localidad en los años 70 y 80, cuando los pobladores comenzaron a hacer sus monitos o juguetes de madera para los niños; fue precisamente Manuel Jiménez quien les comenzó a dar color, lo cual llamó la atención de cientos de clientes que generaron una gran demanda a su artesanía.


Esto motivó a que buscara el apoyo de maquiladores en San Martín Tilcajete y de esta manera, los alebrijes se extendieron a este municipio, considerado como la segunda cuna de esta artesanía en Oaxaca.


 


 


El precio de un alebrije se determina por la inversión de horas hombre; existen piezas pequeñas que pueden realizarse en dos días y tener un costo de 200 pesos, pero existen otras muy grandes de unos dos metros de altura que pueden llevar hasta dos años para su conclusión y su precio oscila entre los 50 mil pesos.


 


PARA SABER


1936


año en que Pedro Linares vio en sueños a los alebrijes


1970-80


década en que se introdujo esta artesanía en Oaxaca


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