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Mira la lista de libros oaxaqueños de literatura publicados en 2023

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Angel Morales

En este 2023 se mantiene un número importante de publicaciones. Predominan, principalmente, novela y poesía. Lamentablemente, pasó otro año y no hubo Convocatoria Parajes de la Secretaría de las Culturas para publicar obra. Hay que señalar que la mayoría de los libros son producto de gestiones independientes de editoriales y grupos que comienzan a consolidarse y a difundir la literatura que se produce en Oaxaca. 

Antes de mencionar los títulos de este año, debo decir que en 2022 se escaparon algunos libros que salieron en la última etapa; por ejemplo, el libro de cuentos, Olor a lluvia, de Adán Ramírez Serret, en editorial Mito; Araucaria Columnaris y poemas de otra especie, de Izcóatl N. Ortiz y Dogma, de Iván Cruz Osorio, en Malpaís Ediciones.

Las novelas que se lanzaron

Esperando esta vez abarcar la totalidad de libros del 2023, comenzamos con las novelas: en 1450 ediciones apareció Su señoría, de Israel Castellanos; Sólo somos sombras, de Pergentino José, en editorial Almadía; La mar morena, de Dalton Pineda; La ruta de los cuerudos, de Fernando Amaya, en F.R. ediciones. Además de dos trilogías, El eterno aprendizaje, de Leonardo da Jandra, en editorial Avispero, y el segundo y tercer volumen de la trilogía Los demonios, de Tryno Maldonado.

Poesía publicada

En poesía se publicaron los siguientes libros: Barjanes en la profundidad de Tetis, de Juan Carlos Zavala, en Pandemia Ediciones; Tapombo, fruto del Pochote, de Nelson Guerra, haikus en didxazá y español, Ediciones del Lirio; Cosas que no contaré a mis padres, de Sabina Orozco, en Malabar Editorial; Son pájaros las hojas, de Sergio Romero Díaz, en Cabros Editores; Glifos de inverno, de Jorge Pech Cassanova, en la hoja murmurante; Mar vivo mar muerto, de Alan Vargas en coautoría con Juan Carreño, en Editorial Deriva (Chile); Aguaceros de paso, de Julio Ramírez, en FR Ediciones. Y Un medio de ti más un miedo de mí, de América Trejo, en Valparaíso ediciones (España). 

Cuentos oaxaqueños

En libros de cuentos tenemos Madera, de Víctor Vásquez Quintas, editorial Pérgola; Recuento, de Miguel Barragán, en F.R. Ediciones; Hospitalidad, de Ernesto Toledo Grapain, en Matanga editorial, y Cañón Largo acabado azul, de Jorge Pecha Casanova, en F.R. Ediciones. 

También hubo un número importante de antologías: El crimen, cuentos con ilustraciones de Jonahatan Barbieri; De chile, Mole y Pozole, antología bilingüe del cuento contemporáneo oaxaqueño, en Matanga editorial; Escritores y escritoras de la Costa de Oaxaca, compilación de Juan Triste, F.R. Editor; Autoras de la Edad Moderna, Breve antología con comentarios críticos, compilado por Jorge Pech. Mujeres escribiendo para mujeres, dos volúmenes, selección de Denysse Galvez. Sebastián Toledo, entre surco de la lectura, compilador Manuel Matus Manzo, ediciones Yaza. Además de una edición conmemorativa por el 5º encuentro Literario y Feria del libro 2023 “Otoño de la Palabra”, Unificación Serrana.

Otros géneros serían la investigación de Laureana Toledo, La tierra Baldía, en Quarentena ediciones; el libro de crónicas Golpes de Mezcal, de Renato Galicia Miguel; Estampas para mis nietos, de Conchita Ramírez de Aguilar, editorial Cuajilote; Café de la mañana, de Jesús Rito, en Editorial Pérgola; En busca de Laurette Séjourne, de Susana Wald, en 1450 ediciones, y Arte para todos: No hay que saber todo para hablar de arte, de Alejandra Kalas. 

La FIL y los autores y autoras de Oaxaca

Este año la lista llegó casi a los treinta títulos. Sorprende que en la feria del libro de Oaxaca se dejen de lado a los autores oaxaqueños y se nos muestre cada año a los mismos escritores. Quizá porque se empeñan en trasplantar el sistema de la FIL de Guadalajara y alejan los libros de los oaxaqueños en lugar de acercarlos. 

Hay quien se aventura a decir que la gran producción de libros es consecuencia de la cantidad de eventos culturales que se realizan durante todo el año. En realidad ese ambiente cultural ha existido desde hace mucho tiempo; sin embargo, las letras no figuraban. 

¿Quiénes publicaban en los 90s?

En los noventa y al inicio de este siglo, la literatura oaxaqueña existía y se mantenía de escritores que llegaron a radicar a Oaxaca. Sería injusto no señalarlo. Figuraban nombres como Ludwing Zeller, Marie-Claire Figueroa, Robert Valerio, Leonardo da Jandra, Fernando Montes de Oca, Jorge Pech, Araceli Mancilla y, más recientemente, Fernando Lobo, Tryno Maldonado y Kurt Hackbarth. Aunque había publicaciones de escritores oaxaqueños, eran esporádicas y los autores no reunían obra, salvo contados nombres como Gerardo de la Torre, Margarita Dalton, Israel Castellanos, César Rito y, más recientemente, Víctor Armando Cruz Chávez e Iban de León. Aun así, es difícil rastrear alguna influencia literaria de estos escritores en los oaxaqueños, más bien su influencia se debe a la promoción, los talleres, las antologías y a algunos encuentros. Tenemos que decir entonces que el auge de publicaciones se debe a los escritores y sus esfuerzos personales y colectivos. 

Además, en los eventos culturales, desde que prohibieron el alcohol, dejaron de asistir “escritores” e “intelectuales” que sólo acudían a beber mezcal gratis y se paseaban con su morral y su sombrero. Cada vez existen más eventos, es verdad, pero muchos de ellos son creados por personajes que no buscan generar literatura sino popularidad y protagonismo para venderse como poetas o editores: lanzan manifiestos anacrónicos, llevan a cabo performances absurdos donde fingen su muerte y aparecen como renacidos, o ferias con nombres ridículos a los que no asiste nadie. En resumen: “escritores” que no leen. 

En París hubo bares que se volvieron famosos por las reuniones que sostenían los escritores, como el Café de Flore al que acudían los existencialistas. En Oaxaca sucede al revés: hay gente que sólo por ir leer a un bar cree que se convierte en escritor. Si aplaudimos la organización de grupos de escritores y tertulias que mantienen un ambiente literario en Oaxaca, también debemos señalar que, si antes los grupos se juntaban para tallerear y corregir textos, ahora muchos han dejado de lado las críticas y sólo se aplauden o se justifican, refugiándose en la amistad, las ideologías o la sororidad. 

No tengo dudas que con la cantidad de autores y editoriales que existen en el estado la producción de literatura se mantendrá en niveles altos. Pero otra vez, lo que falta son reseñas y críticas. El lector aún necesita que lo orienten para que pueda, entre todas las opciones que existen, tener un encuentro propicio con los libros. 


 

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