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Rosario Castellanos: cartas y adioses

Lecturas para la vida
Foto(s): Cortesía
Redacción

La máquina de escribir: imparable, mujer y máquina; una sola. Los dedos sobre las teclas eran la extensión de una mente que se apuraba a plasmar la claridad de pensamiento, y así escribió poemas, cuentos, novelas, ensayos, guiones de teatro; un sinfín de artículos y desde luego, cartas.

Ella, una mujer mexicana, icónica, cuyo carácter decidido, aunado a las grandes oportunidades que su inteligencia y estatus le permitieron, abrió camino a un pensamiento diferente, que empujó con ideas feministas bien fundamentadas. Es precisamente ahí, en ese tiempo–espacio al que ella misma nombra como un mundo cerrado, llamado “cultura”, en el que sus habitantes son todos hombres; justo ahí es donde se encuentra con aquel que sería su gloria y su tormento.

Rosario Castellanos y Ricardo Guerra se conocieron en la Facultad de Filosofía de la UNAM en 1949. Ella emplea la epístola más que como medio para comunicarse con él, como una forma de mantenerse presente y no hay duda en que el empeño que imprimió a cada frase, logró enamorar al hombre.

“...Quiero ser para usted, lo mejor que yo pueda, lo que más se aproxime a lo que usted quiera. Pero es necesario que usted me ayude, que usted me oriente, porque si me abandona a mi intuición, es probable que yo eche a perder todo y haga miles de tonterías; pero si usted me dice, yo seré dócil en sus manos y me abandonaré totalmente a su voluntad; es usted la primera persona en cuya voluntad confío más que en la mía y de quien creo sabrá escoger mejor que yo lo que es necesario hacer”. (9 de octubre de 1950, Argentina).

Tenía entonces veinticinco años; por esos tiempos había presentado su tesis “Sobre cultura femenina” para obtener el grado de maestra en Filosofía. Rosario tenía frente a sí un panorama que quizá ni ella imaginaba; por un lado, sus escritos fincarían la importancia del pensamiento femenino en un mundo en el que la mujer solo tenía que dedicarse al hogar y no tenía ni voz ni voto; por otro lado, estaba ella como mujer y el revuelo interior que Ricardo le provocaba.

Continuará el próximo miércoles…

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