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Múgica, un revolucionario incorruptible

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Leonardo Pino

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El general Francisco José Múgica Velázquez nació en Tingüindín, Michoacán, el 3 de septiembre de 1884. Desde muy joven ejerció el periodismo en oposición al gobierno de Porfirio Díaz, entre otros medios en "Regeneración", mítico periódico de los hermanos oaxaqueños Flores Magón.

En 1910 se vinculó a las fuerzas revolucionarias; al año siguiente, como militar activo en las fuerzas de Pascual Orozco, participó en la toma de Ciudad Juárez.

En 1913, a instancias suyas, se expropia y se entrega a los peones que trabajaban en la hacienda “Los Borregos”, propiedad del general Félix Díaz, sobrino del dictador. Este fue el primer reparto agrario producido en el norte del país, mismo que no fue del agrado del jefe Venustiano Carranza. Sin embargo, gozó de las simpatías del general Emiliano Zapata, quien le escribió: “Señor coronel Francisco J. Múgica. A donde se halle. Muy estimado Coronel y Amigo, por informes honorables, tengo conocimiento de los trabajos que ha llevado a cabo en favor de la causa que sostiene y que es usted ardiente partidario del problema agrario bien definido en el Plan de Ayala”.

Como jefe de las fuerzas revolucionarias en la Huasteca veracruzana, conoció al general Lázaro Cárdenas del Río, con quien estrechó una gran amistad que perduró hasta su muerte.

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Una de las etapas más conocidas de la vida del general Francisco José Múgica, es su participación como diputado Constituyente en Querétaro (1916-1917). En aquellas memorables sesiones, logró destacar por su gran capacidad intelectual y liderazgo político del ala más revolucionaria, llamados los Jacobinos, y tuvo una destacada participación en la redacción de artículos que consagraron derechos fundamentales; entre ellos, la educación laica, la propiedad de la Nación sobre la tierra, el reparto agrario y el combate al latifundio por parte de la Iglesia y extranjeros y los derechos de los trabajadores, especialmente el derecho de huelga y las ocho horas como jornada laboral. Y aunque no tuvo éxito en ese momento, es justo subrayar que el general Múgica defendió el sufragio efectivo para las mujeres, que se aprobaría medio siglo después. En su actividad parlamentaria y legislativa, así como en las diversas experiencias de ejercicio del poder, Múgica estuvo siempre a favor de la soberanía nacional y de que los derechos sociales, colectivos, estuvieran por encima de los intereses privados.

Fue gobernador de Tabasco, Michoacán y Baja California Sur.

Durante su “exilio político”, en los años 1928-1933 fue director de la Colonia Penal de las Islas Marías, donde fue “anfitrión” de un grupo de religiosas y de la monja Concepción Acevedo y de la Llata, la madre Conchita, acusada de ser la autora intelectual del asesinato del candidato presidencial Álvaro Obregón.

Durante ese periodo mantuvo una larga y estrecha comunicación epistolar con su amigo, el otro michoacano ilustre, el general Lázaro Cárdenas, que lo vaciló en una de sus misivas, a propósito de su célebre huésped: “Señor General F.J. Múgica, Islas Madres Conchitas. (…) Escríbame seguido, pero largo, y tenga presente que si contrae usted matrimonio con la Madre Conchita o con alguna de sus palomas, nos avise para venir a presenciar cuál de los dos (usted o ella) está más fanatizado.

Un apretado abrazo y cariñoso. Su amigo que lo quiere.

Lázaro Cárdenas

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Al tomar posesión de la Presidencia de la Nación el general Lázaro Cárdenas, el 1 de diciembre de 1934, Múgica fue nombrado secretario de la Economía Nacional y luego de Comunicaciones y Obras Públicas.

Al frente de esa secretaría, el general Múgica privilegió la construcción de vías de comunicación, presas, electricidad y escuelas. Pero además de las funciones propias de su puesto, el presidente de la Nación le encargó asuntos muy importantes, desde el asilo a León Trotsky, hasta la redacción del manifiesto de la expropiación petrolera.

Considerado el sucesor natural de Cárdenas a la presidencia de la nación, su intento fue frustrado por sus opositores, quienes lo calificaban como un peligro dadas sus ideas de izquierda. El general Múgica debió plegarse a la candidatura de Ávila Camacho, quien lo designó gobernador del entonces territorio de Baja California Sur, una de las zonas más alejadas, pobres y despobladas del país.

Allí, el general Múgica desarrolló un gobierno de vanguardia –al igual que en Tabasco y Michoacán– y propició el desarrollo agropecuario, la educación y la cultura. Falleció en la Ciudad de México, el 12 de abril de 1954. En el sepelio, lo despidió el general Lázaro Cárdenas: “Ante el querido compañero que se ausenta, protestamos no disentir ni en los instantes mismos de la suprema despedida y seguir su ejemplo ante la causa social del pueblo que él defendió y sirvió con indiscutible sinceridad”.

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RECUADRO

EX LIBRIS

Francisco J. Múgica, el presidente que no tuvimos

Anna Ribera Carbó

Introducción (Fragmento)

 (…) Intento construir una biografía política de Francisco J. Múgica que recree su participación en la historia del país, desde la revolución maderista hasta su muerte en 1954, que revele la huella decisiva de esa actuación en ciertos rasgos del país que se construyó en esos años, y que, además, refleje la manera en que los procesos políticos y sociales fueron moldeando, definiendo y creando al personaje. La vida de este hombre es reflejo del ascenso de las luchas sociales que rebasaron las propuestas democratizadoras originales de la Revolución, que ocuparon el poder en la década de los treinta y que sucumbieron ante las posiciones conservadoras que dominaron el mundo tras la Segunda Guerra Mundial. Múgica también se fue radicalizando al calor de la vieja lucha contra el régimen porfiriano y habiendo llegado a la cima del poder durante el sexenio cardenista, fue luego desplazado por los grupos más conservadores de la llamada “familia revolucionaria”.

(…) Existen dos biografías de Francisco J. Múgica: "Múgica. Crónica biográfica", escrita por su amigo, el periodista Armando de María y Campos; y "Cuando la Revolución se cortó las alas", de su amiga, la periodista Magdalena Mondragón. (…) Hace unos años, su secretario de los últimos tiempos, Abel Camacho, publicó un par de volúmenes: "Francisco J. Múgica. Combatiente incorruptible" y "Francisco J. Múgica en el Constituyente", en el cual resaltó la labor de este en el constitucionalismo y en el Congreso Constituyente.

(…) Los testimonios de Lázaro Cárdenas, sobre todo los que provienen de sus Apuntes y de sus cartas, así como bibliografía en torno a su persona y su gestión política, han ayudado a construir este trabajo.

(…) Múgica parecía encaminado a ser maestro rural como su padre, y nunca llegó a serlo. Esta pretende ser una historia de lo que sí fue. (Anna Ribera Carbó: Francisco J. Múgica. El presidente que no tuvimos. México, FCE, 2019).

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