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El enigma Haruki Murakami

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- Antes de empezar a escribir “La caza del carnero salvaje”, Haruki Murakami (Kioto,1949) vendió su club de jazz Peter Cat, se marchó de Tokio y comenzó a correr, decidido a centrar su vida en la escritura.

Aunque esa novela de 1982, de gran éxito en Japón y la primera de sus obras en ser traducida al español una década después, tuvo una mala recepción por parte de la crítica literaria, sus lectores la adoraron.

Desde entonces, la legión de harukistas no ha dejado de crecer y no solo en Japón, el rango de edad de sus lectores es muy amplio, cada octubre reclama el Nobel de Literatura para el autor, aunque a él lo tenga sin cuidado.

Premio Princesa de Asturias

El pasado miércoles 24 de mayo; sin embargo, sus lectores celebraron la concesión a Murakami del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2023, anunciado en Oviedo, España.

 

Valoran su obra

En su fallo unánime, el jurado valoró "la singularidad de su literatura, su alcance universal, su capacidad para conciliar la tradición japonesa y el legado de la cultura occidental en una narrativa ambiciosa e innovadora".

Reconoce en su obra los grandes temas y conflictos de nuestro tiempo: "la soledad, la incertidumbre existencial, la deshumanización en las grandes ciudades, el terrorismo, pero también el cuidado del cuerpo o la propia reflexión sobre el quehacer creativo".

"Murakami es un gran corredor de fondo de la literatura contemporánea", asentó el jurado.

Un escritor que mantiene una disciplina espartana, se levanta temprano a trabajar y cada año corre maratones.

Simpatía de los lectores

De acuerdo con el escritor y editor Martín Solares, el galardón a Murakami confirma la afinidad de los jueces hacia autores que ganan la simpatía de varias generaciones de lectores por su capacidad de abordar temas originales y relevantes mediante recursos novelísticos de gran complejidad.

"Como Paul Auster, que también obtuvo este reconocimiento, Haruki Murakami fue primero un autor de culto, un secreto guardado entre una élite de lectores que lo leían en inglés o francés y después un escritor masivo y muy traducido, ampliamente celebrado por legiones enteras de seguidores por todo el mundo.

"Aunque la élite literaria local ahora lo desdeña por deporte y sin memoria, debería recordar que sus integrantes fueron los primeros en conseguir sus novelas y en celebrarlas con fascinación durante los años noventa", abunda Solares.

El Asturias premia a un escritor prolífico y universal que ha logrado conectar la cultura tradicional japonesa con la contemporánea surgida de la posguerra y así conectar a Oriente con Occidente, así como ver las problemáticas de las sociedades contemporáneas, en opinión de Matías Chiappe.

El profesor en el Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México observa a un autor que se atreve a experimentar y hacerlo con éxito, esa maleabilidad le ha sido provechosa y el público y la crítica la aprecian como una virtud.

De la novela negra de sus primeros títulos, como “La caza del carnero salvaje” (1982), el salto a la ciencia ficción con “El fin del mundo” y un despiadado “País de las Maravillas” (1985), una novela realista de amor fallido como “Tokio Blues” (1987) o las entrevistas a las víctimas del ataque con gas sarín en el metro de Tokio en Underground (1996).

Estilo surrealista

"Mi estilo (lo que yo pienso como mi estilo) es muy cercano a El fin del mundo y un despiadado País de las Maravillas. No me agrada el estilo realista. Prefiero un estilo surrealista. Pero con Tokio Blues me convencí de escribir una novela cien por ciento realista", le dijo el escritor a la revista Paris Review.

"Es un maestro para generar distintas personalidades. Sabe posicionarse bien, cambiar las formas en que logra transmitir su estilo", recalca Chiappe.

 Y hacerlo con éxito, de “Tokio Blues”, que significó el campanazo en su carrera, tan solo en Japón vendió 2 millones de ejemplares en el primer tiraje.

 Murakami cifra en La caza del carnero salvaje, su primer libro llevado al inglés por Alfred Birnbaum, un punto de quiebre en su obra. Solares plantea que, a partir de esa novela, el entonces joven escritor japonés que abordaba "el peso del rock, las tabernas y la cultura pop norteamericana en Japón como lo haría cualquier autor de su generación", cambió tanto de temas como de recursos.

"La imposibilidad de comprender y conocer por completo al ser amado, el suicidio de amistades muy próximas, la existencia de sectas cerradas dispuestas a llegar al asesinato, la participación de los espías japoneses durante la Segunda Guerra Mundial o la coincidencia de momentos perturbadores cuando aparece una crisis personal, son algunos de los temas que ha abordado Murakami con la misma suavidad con que una tela de seda planea en el espacio", recalca.

Autor solitario

Es un ser solitario como muchos de sus personajes. Un "recluso contemporáneo" como lo considera el escritor Mauricio Montiel Figueiras. Aislado de los círculos literarios japoneses, no suele aparecer en público y es difícil que acceda a dar entrevistas. "La razón es sencilla, soy un escritor. Nada más que eso", explicó en su ensayo El novelista como vocación (2015).

En “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo” (1994), que el escritor Mauricio Montiel Figueiras juzga como su obra maestra ahora, es muy clara su exploración de la soledad contemporánea.

"Empezando por el narrador, un joven desempleado como muchos de sus personajes, que de pronto se ve obligado a salir de su inactividad por una serie de situaciones que rozan lo fantástico y lo llevan poco a poco a ese lado metafísico que también interesa a Murakami", expone Montiel Figueiras.

Sus detractores

Sus detractores en Japón le reprochan que sea demasiado afín a la cultura anglosajona, Murakami ha sido traductor al japonés de varios autores estadounidenses como Francis Scott Fitzgerald, John Irving o Raymond Carver y vivió un tiempo en Estados Unidos. "Es lógico que nutra su obra", recalca Montiel Figueiras. Un ejemplo son sus finales abiertos, una influencia de Carver.

Como es un gran aficionado a la música clásica, en su libro Música, solo música dialoga con el director de orquesta Seiji Ozawa, como con el jazz y el rock. Concede gran importancia al ritmo a su prosa.

Un escritor que, según Chiappe, no le tiene miedo a estar inmerso en el mercado, que goza de gran popularidad y se ha convertido en una marca literaria, se venden tazas y hasta camisetas como las que usan sus personajes en sus novelas.

Mientras sus detractores le regatean sus méritos literarios, Murakami en la soledad escribe. 

Su paso por México

Haruki Murakami vino a México en julio 1992 mientras escribía una nota para la revista Mother Nature's, pasó aquí un mes y diez de esos días los compartió con su primer traductor al inglés, Alfred Birnbaum, de acuerdo con Matías Chiappe.

"Describió este viaje en un libro de 1998 titulado Henky / Kinky (Región remota / Región cercana) en que recolecta otras peripecias por el mundo. Entre otras quejas típicas de turista quisquilloso, en el libro Murakami se queja de la música que escuchaba en los autobuses mexicanos cuyo volumen le impedía disfrutar de su música preferida en su walkman", refiere el traductor literario y profesor del Colmex. 

En esa visita a México, añade, el autor japonés no tuvo contacto con los círculos literarios locales.

 

Antes de empezar a escribir "La caza del carnero salvaje", Haruki Murakami (Kioto,1949) vendió su club de jazz Peter Cat, se marchó de Tokio y comenzó a correr, decidido a centrar su vida en la escritura.


 

La obra de Haruki Murakami trasciende generaciones y tiende un puente entre culturas; fue galardonado con el Asturias de las Letras.

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