Por Rodrigo Velásquez Torres
En la Ciudad de México se encuentra uno de los museos más impresionantes del mundo: el Museo Nacional de Antropología, el cual guarda el acervo antropológico más grande del país, con piezas y colecciones de una amplia gama de civilizaciones prehispánicas que habitaron el continente. El material almacenado en el museo es, sin duda alguna, una maravilla que vale la pena visitar y conocer.
La inmensidad del recinto se aprecia desde antes del acceso principal, en donde nos recibe un inmenso monolito que en años pasados se afirmaba sin lugar a dudas que se trataba de Tláloc, deidad de las aguas en el cielo y una de las deidades más importantes del panteón mexica; ahora existe la duda de si efectivamente se trata de él o de su deidad reflejo femenina Chalchiuhtlicue, deidad femenina del agua en la tierra (ríos, manantiales, cascadas, etcétera). De cualquier manera, el monolito es impresionante y según parece, todavía dará mucho que investigar.
La historia del territorio mexicano es tan compleja como la de todos los pueblos que en él habitan; es por ello que el museo tiene áreas específicas para enmarcar cada una, desde las inmensas salas teotihuacana, mexica, maya, oaxaca, pasando por las culturas de la costa del Golfo de México, las naciones del noroeste mexicano, la sierra de Puebla, el señorío purépecha o tarasco, culturas de occidente, el gran Nayar, etcétera.
Los vestigios reunidos en el museo (el cual cuenta con miles de piezas originales, pero también alguna que otra réplica a tamaño real) dan muestra de la inmensidad y riqueza de pensamientos que circulaban por estas tierras (por todo el continente) antes del holocausto que causó la invasión y el saqueo europeo.
Dejando de lado la triste y polémica historia del robo que sufrió en el siglo pasado, las piezas que resguarda el museo son muestra de un magistral trabajo artístico prehispánico, con objetos tan hermosos como la Taza del Mono, realizada en obsidiana tallada con arena o el Corazón de Piedra Verde, mítica porque se supone que sobre esa roca surgió el nopal sobre el que habría de posarse una águila a devorar una serpiente.
También tiene objetos tan impresionantes como el Calendario Solar Azteca o la hermosa y aterrorizante Coatlicue, con su falda de serpientes; también cuenta con réplicas a tamaño real de los maravillosos murales de Bonampak y la tumba de Pakal.
Acceder al Museo Nacional de Antropología entre semana tiene un costo; afortunadamente, los días domingos son gratuitos, al igual que todos los centros del INAH; si tiene la oportunidad, visítelo, se puede llegar a él a través del metro Auditorio (línea 7) o metro Chapultepec (línea 1); en ambos casos se tiene que caminar menos de 2 kilómetros para llegar a la puerta principal del recinto.
