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“Escribir para mí nunca fue una epifanía”: Camila Sosa Villada 

Foto(s): Carina Pérez García
Carina Pérez García

 

“Mi papá y mi mamá siempre supieron lo que hacía en ese encierro: escribir y vestirme de mujer. Eso los expulsó de mi mundo y a mí me salvó de su odio: mi romance conmigo misma, mi mujer prohibida”, es el prólogo de “Las malas” (Tusquets), de Camila Sosa Villada (La Falda, Córdoba, Argentina, 1982). Ese prólogo se remonta años atrás, cuando ella era Cristian Omar y cuando aún su padre la quería doblegar al mandato paterno y cultural, pero la ahora Camila no se doblegó y en ese momento comenzó un proceso extraordinario.

Hoy, la escritora argentina y actriz transgénero pisó tierras oaxaqueñas y no puede ocultar cuánto le gusta estar aquí. Invitada por la 42 Feria Internacional del Libro de Oaxaca, Sosa Villada llena los foros a los que es invitada y parece no creerse tanto esa idea de ensalzar la literatura y los premios. 

Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2020, la autora llega al sillón rojo de la sala de prensa con un vestido blanco, de amplio escote, perfecto para el clima cálido y calza botas azul celeste metálico. Su cabello es castaño, arriba de los hombros y lleva fleco; porta una sonrisa permanente que tiene que ver con la honestidad de sus estados de ánimo. En sus manos, tres anillos de plata en la izquierda y dos en la derecha, uno de ellos tornasol. 

Llega sonriendo y relatando la fiesta de la noche anterior, la cual la tuvo bailando hasta que se cayó la conexión del dj y decidió que era momento de retirarse; antes ya se había tomado varios mezcales y varios litros de agua, lo que le permitió presumir su resistencia a la bebida; aunque aseguró que nadie como los mexicanos, que: “son madera muy dura para el alcohol. Y yo, claro que tomo mezcal y sí sé tomarlo”. 

Antes de comenzar la entrevista, reconoce que no le gusta viajar, prefiere estar en su casa. Y en este, que es su penúltimo viaje del año, finalmente se dejó consentir por la hospitalidad mexicana, pero en especial, por la oaxaqueña: “Este año tuve muchos viajes, este me agarra un poco cansada, pero cuando llegué a Oaxaca y comencé a salir a comer, encontrándome con escritoras, con los organizadores, me puse contenta. Para mí suele ser trabajo, pero  Oaxaca tiene su particularidad. Los mexicanos son hospitalarios, es un placer estar en un sitio donde te tratan bien sin ningún propósito; todos, de una amabilidad que en Argentina no existe”, comenta para luego soltar una carcajada.

La autora lleva buena parte del día en entrevistas y sin mostrarse agotada por ellas, se dispone a compartir, antes de que salga a perderse por los stands, para por fin ver las novedades editoriales de la feria. En la inauguración de esta, sostuvo que no le tenía tanto respeto a la literatura y desde ahí parte la charla. 

 

"La literatura para mí es la lectura"

-¿Qué ha representado a lo largo de tu historia la literatura?

-Siempre ha sido una compañía, más como lectora que como escritora. La literatura para mí es la lectura. Lo que yo decía ayer tiene que ver con que es verdad que no hay nada que sea sagrado, menos la literatura, menos en un mundo como el que nos toca vivir ahora; pensar que estamos haciendo algo para salvar vidas o que la literatura salva vidas, la verdad yo no sé si sea así. 

“Creo que te salva la vida un médico, alguien que te rescata de una violencia familiar. Te salva la vida un terapeuta que te acompaña a dejar la cocaína o una buena gestión legislativa, pero la literatura más que hacerte compañía, no sé si es tan poderosa como se cree. El lenguaje sí es muy poderoso, pero el lenguaje no sólo es literatura”.

-¿Cuándo te abriste a escribir un libro, cómo decidiste hacerlo?

-No hubo un momento en particular, yo escribo desde siempre, publicaba primero en un blog, luego comencé a publicar en facebook; me vieron un par de editoriales muy pequeñitas de mi provincia y después me invitaron a participar en editoriales más grandes, pero nunca fue una epifanía. Fue algo que siempre hice. 

“Escribir los libros fue una invitación que me hicieron desde las editoriales. Me dijeron: ¿quieres escribir un libro sobre la escritura? Yo dije que sí. Luego me dijeron: ¿tenés algo muy raro que quieras publicar en rara avis? Yo mandé “Las malas”. Después me preguntaron: ¿tenés ganas de escribir un libro de cuentos? Y dije: sí. Entendés. Yo escribo siempre, independientemente de que me publiquen o no. Ese ejercicio lo he hecho toda la vida". 

-En “Las malas” abordas el tema del miedo; ¿cómo has vivido la violencia?

-Mira, estuvimos acá desde mucho antes que llegara la colonia. No somos un fenómeno de la modernidad o posmoderno, existíamos antes de que llegara Colón. A partir de que supe eso, empecé a perder el miedo a las personas y decir 'esta tierra también es mía, esta historia también me pertenece, esto forma parte de mi color de piel, de mi sangre'; entonces, siempre trato de despegarme del discurso adherido del sufrimiento, del miedo y de ser víctimas. 

“Me interesa más el posicionamiento de guerra, de defensa armada que podemos llegar a tener por parte de los maricones, jotos, tortas, travestis… me parece que debemos volver a defender algo que nos quitaron, porque estuvimos acá, siempre. Siempre insisto en que no tenemos que pedir permiso para habitar un lugar en el que hemos vivido siempre. 

“Las comunidades indígenas conviven con nosotras siempre, el ejemplo más obvio aquí es el de las muxes; pero en Argentina también ocurría, ocurría en Brasil, en Chile, con los incas… Era raro que existiera una comunidad que fuera transfóbica u homófoba; los que fueron transfóbicos u homófobos fueron los colonizadores, pero no nosotros". 

-¿Qué leías durante la escritura de estas novelas?

-Leo mucho, sería difícil citar todo lo que estaba leyendo, pero en el caso de “Las malas” fue notable la aparición de “La guerra no tiene rostro de mujer”, de Svetlana Alexiévich, así como una novela de una escritora israelí, sobre un futuro muy cercano en el que el mundo está cubierto de agua y hay unos animales extrañísimos, que no se sabe sin son gatos o humanos, cubiertos de pelo, inteligentes y lúcidos; eso influyó en "Las malas" y continuó un tanto después en “Soy una tonta por quererte”; con ese libro me dediqué a leer a cuentistas como: Mary Alice Monroe, Lucía Berlin, Capote y Carson McCullers, sobre todo para ver cómo lo hacían otras. 

-Tú le quitas a la literatura la investidura de lo sagrado; ¿para ti es algo cotidiano?

-Lo es. No era algo especial porque está conmigo desde que aprendí a escribir, hace muchos años. No siento que esté haciendo algo especial tampoco, pero sí siento que estoy haciendo algo que es solo para mí, lo cual me da mucho gusto. Es una profesión en la que no se puede meter nadie, hasta que comenzás a interactuar con tu editor y eso me da muchísimo gusto hacer, porque en un mundo en el que siempre está la intromisión ajena, la  escritura blinda una soledad.

"La escritura blinda una soledad"

-¿Qué paralelismos encuentras entre la literatura y la actuación?

-La paciencia, la disciplina, estar absorta pensando gestos, pensando reacciones, tratando de contestar todas las preguntas posibles sobre un personaje, escenario o papel. La oralidad, que es algo que siempre recalco, también la conciencia del otro, sobre todo cuando empiezas a trabajar para publicar, que no es lo mismo que escribir. Cuando escribes para publicar necesariamente tenés la presencia del otro, que pensás lo mismo que cuando actuás, decís: ¿se estará aburriendo, la estará pasando bien, se emocionará, le dolerá o le parecerá una estupidez? Esas cosas sí me las pregunto en el teatro y cuando estoy escribiendo. 

-¿Cómo es el ejercicio de escribir?; en tu caso, ¿es personal?

-Pienso en la historia, pero en otras cosas que no tienen que ver con la semántica, en la ortografía, en la longitud de un texto, en esa manufactura que es muy precisa. Soy muy disciplinada y rigurosa. Me sirvo de la honestidad, de la verdad.

-¿Cuáles fueron los primeros libros que leíste?

-“Colmillo Blanco”, de Jack London; “El libro de la selva”, de Rudyard Kipling; “Mujercitas” y “Bajo las lilas”, de Louisa May Alcott; por supuesto leía a Julio Verne y también muchas historietas argentinas, como “Mafalda”.

-¿Qué te rodea en el día a día? 

-Mi casa, que es hermosa, a la que le dedico muchísimo tiempo, además de limpieza. Yo no tengo mucama, cocinera, me gusta limpiar mi cosa sola, decorarla, escuchar música, recibir a mis amigos, a mis amantes, eso es lo que me rodea día a día, ah y mis plantas.

-¿Qué música argentina escuchas?

-A Mercedes Sosa, Guaraní, Cerati, Charly, Martha Argerich y me gustan las cumbias argentinas, santafesinas y sí, jajaja, las Kumbia Queers. 

-En Oaxaca, ¿qué has probado de comida?

-Como de todo y me gusta mucho la comida mexicana. Cuando vengo, me llevo siempre mole, mezcal, tengo mis chiles y cosas en casa con las que siempre agasajo a mis invitados.

-¿Tienes algún proyecto literario en puerta? 

-Más que proyectos literarios, tengo compromisos- ríe. -El año que viene sale “Tesis sobre domesticación”, que es una novela que ya se editó en argentina,  en un diario, como parte de la colección la Biblioteca del soy, que reúne a varios escritores queers.

 

Camila Sosa Villada sonríe y mantiene un humor inmejorable; se levanta del sillón para ir a hacer algunas fotos y después convivir con los organizadores de la FILO. Ayer presentó su último libro “Soy una tonta por quererte” (Tusquets), que muchos consideran la confirmación de una de las voces más potentes y originales de la literatura contemporánea. 

 

“Las personas ricas estaban dentro del clóset, porque las que salíamos éramos las que no teníamos nada que perder o que no tenían miedo a perderlo”. Camila Sosa Villada, Escritora

 

“En un mundo en el que siempre está la intromisión ajena, la  escritura blinda una soledad; eso me gusta mucho”. Camila Sosa Villada, Escritora

 

Para saber:

Por su novela “Las malas”, la autora cordobesa obtuvo los premios internacionales: Sor Juana Inés de la Cruz (2020), Finestres de Narrativa (2020) y el Grand Prix 2021 de l'Héroïne Madame Figaro. 

“Las malas” fue considerada una de las mejores novelas publicadas en 2019 y ha sido traducida a más de 10 idiomas.

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