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Celebran diez años sin Alejandro Santiago con exposición y homenaje

Alejandro-Santiago-homenaje
Foto(s): Cortesía
Carina Pérez García

Alejandro Santiago (1964-2013) fue migrante a muy corta edad; esa experiencia lo nutrió para moldear la arcilla y dar forma a la que es una de sus más legendarias obras, la serie de “2501 migrantes”; algunas de las piezas conforman la exposición en su memoria, en el marco del aniversario 10 de su partida. En días pasados, el gobierno del estado le rindió un homenaje, el primero desde su fallecimiento, efectuado en la Real Alhóndiga de Antequera. 

En entrevistas previas, el artista originario de Teococuilco de Marcos Pérez, habló sobre esta obra, centrada en la reflexión sobre la ausencia de los miles de migrantes que no llegan a cruzar la frontera entre México y Estados Unidos.

La materia a la que Alejandro Santiago dio forma, es una mezcla de arcilla refractaria de Zacatecas, con barro Donají. Durante el proceso de elaboración de cada una de las piezas, el artista incidía el barro con un machete, simulando los maltratos que les hacía la migra. 

Por esta aportación al arte y su obra social, Alejandro Santiago fue homenajeado por autoridades estatales, en presencia de sus hijos, Lucio y Alejandra Santiago López, y Zoila López, quien fuera su esposa. 

Lucio Santiago, hijo mayor de Alejandro Santiago y también artista, agradeció el honrar la memoria de su padre. “Es la primera vez en 10 años que le hacemos un homenaje”. 

En entrevista en el año de 2021, Lucio Santiago habló de la serie más representativa de su padre, “2501 migrantes”: “Él buscaba el impacto. Fue migrante desde muy chiquito, desde los 9 años; se vino de Teococuilco a Oaxaca, luego se fue a Estados Unidos, donde conoció todos los museos; luego a Europa. Le gustaba mucho viajar. Era ciudadano del mundo”. 

En ese entonces compartió que cada una de estas piezas está grabada con sus ideas: “Cuando le preguntaban por qué están desnudos, refería que porque así se sienten los migrantes en Estados Unidos, como si estuvieran desnudos: llegan a un lugar extraño y la única fortaleza que tienen es su sexualidad”, compartió en ese entonces, cuando las piezas se exhibieron en una galería del centro de la ciudad. 

Ahora, una parte de ellas se exhibe en un espacio que administra la Secretaría de las Culturas y las Artes, la Real Alhóndiga de Antequera, donde exhiben 87 migrantes de los 2501, y tres murales de la serie "20 murales y una mujer desesperada".

Su hijo recuerda el humor de su padre en la mayoría de sus respuestas y al hablar de los migrantes oaxaqueños en Los Ángeles, solía decir: “Estamos recuperando California, con ADN”.

Homenaje y exposición en memoria 

En la Real Alhóndiga, ante familiares del artista oaxaqueño oriundo de Teococuilco de Marcos Pérez, el mandatario estatal expresó su reconocimiento a la obra escultórica del artista plástico. 

“Su obra despierta conciencias y refleja con gran espíritu el entramado social humano de las comunidades oaxaqueñas. Recordar al maestro Alejandro Santiago, es recordar a un hombre de pueblo, solidario, sensible y comprometido con su comunidad, el estado y México”.

El titular de la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca, Víctor Cata, refirió que el maestro Alejandro Santiago fue un precursor y defensor de las y los migrantes, quien mediante la arcilla pudo elaborar un discurso sobre el fenómeno de la migración.

“Cuando vemos todas esas piezas ante nosotros, es como si el territorio se desdoblara, pues el migrante lleva el mapa de su comunidad en el rostro, con sus caminos de polvo y barrancas”.

Un visionario

Alejandro Santiago hizo una de las carreras más sólidas del arte oaxaqueño, estudió y expuso en diversos países, y algunas de sus piezas fueron adquiridas por colecciones privadas, como la de la Fundación Rockefeller, de la que también fue becario.

También fundó espacios para la promoción y difusión del arte y la cultura, como: La Calera, La Huella Gráfica, el Rancho el Zopilote ubicado en Suchilquitongo, así como el Centro Cultural La Telaraña, en la colonia Alemán. 

A través de estos espacios, el maestro pretendía acercar el arte a las y los jóvenes, tal como él tuvo oportunidad al poderse formar en espacios como el Taller Rufino Tamayo, en la época en que dirigía Roberto Doniz.

En los últimos diez años, su trabajo no ha dejado de exponerse en diversos lugares de Europa y Estados Unidos. Su legado ha ido creando no solo espectadores, sino un efecto cultural propiciado por su visión del arte con un fuerte compromiso social.

Tras el homenaje, integrantes de la Banda de Música del Estado interpretaron “El Dios nunca muere” y la Compañía de Danza Costumbrista ejecutó “La danza Rey Condoy”.

¿Cuándo y dónde?

En curso, en la Real Alhóndiga de Antequera, Almada 200, centro, Oaxaca de Juárez.

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