Pasar al contenido principal
x

Demetrio, el fantasma de la Merced

Foto(s): Cortesía
Redacción

El sonido de sus huaraches arrastrándose entre paso y paso se escuch muy cerca de la fuente cimentada frente al templo de Nuestra Señora de la Merced; el andar lento del hombre permite que ondeé su holgado pantalón, las extremidades y el torso lucen delgados, su tez morena y arrugada es vestigio de largas jornadas de trabajo, las manchas de sol, las cicatrices y un poco de suciedad están impregnadas en la humanidad de Demetrio Juárez, hombre de 60 años de la Costa, quien inmigró forzosamente a la capital como resultado del asesinato de su padre acontecido en San Pedro Pochutla.


El sol del mediodía es intenso, el número dos reluce en la gorra oscura que protege la frente de don Demetrio, la sudadera manchada durante días y una camisa complementan su indumentaria, se dirige a la banca de la explanada del convento, uno de los espacios que más visit, tras la separación de sus hermanos, hace 20 años.




Se sienta, contempla la fresca sombra en medio de los haces de luz que azotan el suelo, recarga su equipaje sobre la banca de herrería; lo único que porta es un bolsa de plástico, de esas del mercado, y dentro están un par de cobijas envueltas en plástico, por si llueve, acompañadas de un refresquito y unas tlayudas. Demetrio come pausadamente la tortilla, su único alimento, y algunos pedazos van para las palomas.


Entre sus pensamientos, don Demetrio se lleva la mano al pecho, tose tras una violenta respiración, son pocas las fuerzas que le quedan.



- ¿Cómo está de salud don?


- La verdad ando malo desde hace seis meses, tengo una tos que no se me quita y no puedo comer mucho ni tomar agua porque me dan ganas de vomitar o me duele el estómago. Además, me duele el pecho al toser o si me atraganto, por eso como pedacitos de tlayuda.


- ¿Y no ha ido con un médico?


- Hace dos semanas fui a consultorio, me cobraron 70 pesos y me dieron unas pastillas, pero ya se me acabaron y no me alcanza para el medicamento, todavía me siento mal.


Hasta este momento de la plática el hombre de la banca y las palomas es un desconocido, pero tras su nombre, y después de una charla, comienza a relatar su historia y la antigua procedencia.


- ¿De dónde es usted don Demetrio, cómo llegó a la ciudad?


- Viajamos a Oaxaca hace 30 años porque asesinaron a mi padre en Pochutla, por eso huimos mis hermanos junto con mi mamá Petronila, nos venimos para la ciudad y nos quedamos a vivir en Santa Cruz Amilpas.


- ¿Por qué debieron salir de San Pedro Pochutla?


- Los cultivos de café, maíz y los predios que tenía mi familia querían arrebatárselos a mi padre, Enrique Juárez, lo asesinaron en el campo y, bajo la amenaza de que nos matarían, mis hermanos y yo huímos con mi madre hacia la capital.


Fue en la ciudad de Oaxaca donde los miembros de la familia inician las chambas y la variedad de oficios que debió desempeñar para sostener a su madre y a su hermano menor, "porque los más grandes -recuerda- se juntaron y ya no los volvimos a ver", Valentín y Arnolfo Juárez son los nombres que recuerda de cuatro de sus hermanos.




"Han pasado 20 años sin ver a mis hermanos, hace tiempo vi al menor de todos, pero estaba muy lejos y mis rodillas ya no dan... se le veía bien", comenta el septuagenario, cuyo hogar son las calles del centro histórico de Oaxaca de Juárez; los suelos del zócalo, el paseo Juárez el Llano, la calzada de la República o el mercado de la Merced; lugares donde descansa, donde sufre el frío al anochecer.


Caminar por los valles, historia eterna


Don Demetrio contó que cuando llegó Santa Cruz Amilpas permanecía por temporadas fuera de su casa; venía a la capital para trabajar como peón, cuidadando las herramientas de los albañiles y consiguiendo cualquier labor en construcción, viajes que se prolongaron más de seis meses.


Tras la época como albañil, se dedicó a la panadería y "aunque no es lo suyo", conoció a panaderos e inició como distribuidor de pan en Miahuatlán, Ejutla, Ocotlán, Zimatlán y también en el mercado 20 de Noviembre, en la capital.


Después de décadas siendo comerciante, tras el fallecimiento de su madre y la separación de todos los hermanos, comenzó a trabajar como barrendero del municipio de Oaxaca de Juárez, donde desempeñó su labor durante 18 años; la vida ahora es caminar y disfrutar del mínimo descanso que le dan las calles.



"Yo vivo en el Llano, cerca del templo de Guadalupe me duermo, antes dormía en la calzada de la República, en el mercado de la Merced o en algún sitio seguro donde me pudiera quedar".


Don Demetrio aseguró que acepta cualquier apoyo que le de puedan proveer; 10, 20 o 50 pesos, un taco, un pan o algo de comer, son obsequios que con gusto recibiría; "hay solidaridad todavía, ahorita que venía caminando me dieron uno de a 20, y en el semáforo de la esquina (en la avenidad Independencia y la calle Libres), un hombre me iba a dar unas monedas, pero se puso en verde y ya no pudo".



Si alguna vez encuentra a don Demetrio Juárez, no dude en apoyarlo; además de él, existe en Oaxaca una población de un millón 204 mil 414 personas que carecen de actividad económica; el 43 por ciento de esta población oscilan de los 31 a los 61 años y entre ellos hay 33 por ciento de personas desocupadas (sea en caso de pobreza, indigencia o inactividad) que incluso concluyeron los estudios de nivel superior.


Noticias ¡Cerca de ti!

Conoce los servicios publicitarios que impulsarán tu marca a otro nivel.