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La sal que vistió a mi papá

Foto(s): Cortesía
Redacción

Hace algunos días, miraba un documental acerca de la sal, lo que me hizo recordar una anécdota de mi papá como salinero y aprendí varios datos sobre este producto.


Mi papá nació en Santa María Huatulco, Oaxaca. Cuando era pequeño, su familia fue una temporada a trabajar ahí cerca, a las salinas de Ixtapa de Bajos de Coyula. La sal forma parte del origen de la tierra, nace con ella y permanece en su interior, aunque también emerge de sus mares mientras los vientos y el sol la secan. Aparece blanca, policromada, multiforme, siempre necesaria para el hombre. La conservación de los alimentos es el uso más conocido. A lo largo de la historia se convirtió en materia prima muy valiosa y por ello codiciada.


Está constituida por dos elementos: cloro y sodio, cada uno de ellos bastante escaso en estado puro; cuando se disuelve se separa en iones. Un kilogramo de agua de mar contiene unos 35 gramos de material disuelto, del cual el cloro y el sodio constituyen más del 85 %; el mar es un inmenso depósito de sal en disolución. Es necesaria en multitud de procesos biológicos, participa en la digestión y ayuda a la destrucción de las bacterias que hayan entrado con los alimentos; además, los iones de sodio están presentes en la leche materna y participan activamente en la transmisión de impulsos nerviosos, la principal función de la sal en el organismo es la de mantener la presión osmótica la cual hace que se mantenga el equilibrio de líquidos en el interior de los tejidos y de las células.


Aproximadamente la tercera parte de la sal que se extrae en el mundo se obtiene del agua de mar; durante siglos, los hombres han explotado las salinas costeras colocando el agua en cajetes planos de poca profundidad, ahí el agua se evapora en pocos días y deja la sal solidificada, se recoge y refina para su uso.


Mi abuelo Monche llevaba a mi papá a la jornada cuando tenía apenas 9 años, para él todo era un juego; por ratos recoger, por ratos saltar en los montículos, pero cuando al final de la semana llegaban los riquillos del pueblo para intercambiar la producción de sal por artículos de primera necesidad, se dio cuenta que podía cambiar sus kilos de sal por una muda de ropa, y se acuerda muy emocionado, cuando estrenaba pantalón marca Elefante, playera y unos zapatos de plástico… estrenar era la maravilla!, ahora se carcajea cuando me cuenta que a la primera lavada esa ropa se encogió y tuvo que andar con su camisa al ombligo y su pantalón casi a la rodilla.


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